La amistad es el camino
José Luis Restán reflexiona sobre el viaje a Roma del Papa de la iglesia copta
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Hoy llega a Roma el Patriarca de Alejandría de los Coptos, Tawadros II, cabeza de la Iglesia copta ortodoxa de Egipto, la más numerosa de las iglesias orientales. El motivo de su visita a la Sede de San Pedro, que se prolongará hasta el domingo, es conmemorar junto al Papa Francisco el 50 aniversario del histórico encuentro de sus predecesores, San Pablo VI y el Papa Shenouda III, en mayo de 1973, que dio lugar a la firma de una importante Declaración Cristológica en la que ambas iglesias comparten las proclamaciones de fe de los tres primeros concilios ecuménicos. Aquel encuentro fue, además, el inicio de una amistad cada vez más profunda entre Roma y Alejandría, confirmada en numerosas ocasiones. La más reciente fue la participación de Francisco en un acto en memoria de 21 mártires coptos decapitados en una playa de Libia por los yihadistas del Estado Islámico. En aquella ocasión, el Papa dijo que ellos “son nuestros santos, los santos de todos los cristianos... del pueblo fiel de Dios”. En aquella ocasión, el Papa quiso agradecer también “a los obispos, a los sacerdotes de la Iglesia hermana copta que los han educado … y a las madres que los alimentaron en la fe". No fue solo un gesto de aprecio y amistad, sino, más aún, la expresión de la conciencia de la raíz de la unidad: la confesión de Cristo como el tesoro radical de la vida, hasta llegar a derramar la propia sangre. En estos días veremos muchos gestos de esa amistad que “es el camino más seguro para lograr la unidad entre los cristianos”, como escribió Francisco a Tawadros hace un año.
Tawadros es un patriarca de mirada larga y gran apertura al diálogo con Roma. Le corresponde guiar a una iglesia con más de 10 millones de fieles en un país como Egipto, donde los cristianos no siempre han visto reconocida su condición de ciudadanos a pesar de ser parte esencial de la identidad nacional. Su liderazgo es importante no sólo para ellos, sino para todos los cristianos del Medio Oriente que deberían estar en nuestra memoria