Dios sigue apostando por el hombre

José Luis Restán

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Ayer el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo en Herrera en COPE que los europeos nos hemos acostumbrado a vivir en un relativo confort, con orden, libertades políticas y cohesión social, y llegamos a pensar que el resto del mundo es como el nuestro. Pero no es así, como decía Borrell con realismo. A nuestro alrededor el mundo es peligroso, lo es sobre todo para quienes viven allí cada día. Mientras pensaba en esto, me he topado con unas duras declaraciones del Patriarca de Bagdad, el cardenal Louis Sako, en las que advierte de la posibilidad real de que los cristianos desaparezcan de Irak ante la presión de las milicias islamistas y la inacción de un gobierno que nada entre la corrupción y la insolvencia. Y he recordado las esperanzas que suscitó la impresionante visita del Papa Francisco a Irak, hace ahora un año. El Patriarca Sako subraya la importancia de aquella visita en términos de diálogo y cambio de mentalidad, pero también advierte que el Papa no es un gobernante ni un banquero, o una autoridad capaz de cambiar la situación en Irak. Una reflexión que nos viene bien ahora que algunos ponen desmedidas expectativas en una hipotética mediación papal para parar la guerra en Ucrania.

Si miramos la historia nos damos cuenta de que la inestabilidad y el peligro siempre han estado presentes. Los cristianos debemos utilizar la inteligencia que nace de la fe para proponer las mejores soluciones en cada caso, sabiendo que el fracaso y la derrota son parte de la historia mientras el mundo gira. Y que nuestra esperanza no radica en los poderes del mundo, sino en un Dios que ha querido llevar sobre sus hombros, en la cruz, crímenes como los que hemos visto en Bucha estos días. Y ese Dios, aunque parezca increíble, sigue apostando por el hombre hasta el final.