Memoria y futuro
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En su último día en Kazajistán, el Papa ha hablado a la Iglesia que vive en los países del Asia Central, una Iglesia muy pobre en números y en recursos, pero preciosa por la riqueza de su fe. Francisco ha recordado que la Iglesia hereda siempre una historia, siempre es hija de otros apóstoles y evangelizadores que la establecieron en un lugar determinado. Pero al mismo tiempo, camina hacia delante, hacia el cumplimiento de la promesa de Dios. La Iglesia camina siempre entre memoria y futuro. El Papa se ha referido a rica historia que precede a las comunidades que ahora ha visitado. Ha recordado a tantos misioneros que se desgastaron difundiendo la luz del Evangelio, fundando comunidades, santuarios y monasterios, también a tanta gente sencilla, tantos abuelos y abuelas, padres y madres. Es necesario hacer memoria de las maravillas que Dios ha realizado en nuestra historia.
Pero esa memoria no tiene nada que ver con la nostalgia. La fe se ha transmitido siempre con la vida, mediante el testimonio. La fe no es una hermosa exposición de cosas del pasado, sino el encuentro con Cristo que tiene lugar en nuestra vida, aquí y ahora. De este modo, permanece viva y tiene futuro. Esta es la segunda palabra clave en el discurso del Papa: futuro. Jesús nos aseguró que estará siempre con nosotros. A pesar de nuestras debilidades, o de los retos inmensos que a veces sentimos que nos aplastan, Él no se cansa de construir a nuestro lado el futuro de la Iglesia que es suya y nuestra. Por eso, no seamos presa de los miedos y las quejas, ni en Kazajistán ni en España: confiemos en la gracia de Dios, de cuyas maravillas en la historia hacemos memoria; no nos preocupemos tanto de la contabilidad y edifiquemos una Iglesia llena de la alegría del Resucitado.