Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El próximo domingo el Papa emprenderá un esforzado viaje a Canadá, que Francisco ha definido como una "peregrinación penitencial". La clave para entender el viaje es el gesto de cercanía muy expresivo que el Sucesor de Pedro quiere realizar con los pueblos indígenas de aquellas tierras, que han sufrido las consecuencias de actitudes colonialistas, por ejemplo, el intento de borrar sus culturas a través de las llamadas "escuelas residenciales", creadas y financiadas por el gobierno canadiense, pero confiadas a las diversas iglesias cristianas, también a una serie de órdenes religiosas católicas.

Estas escuelas intentaban "educar" a los hijos de los nativos separándolos de sus familias y desarraigándolos de sus culturas. Tenían, además, una tasa de mortalidad muy elevada, debido a las condiciones de vida. Es cierto que todo ello debe ser valorado en su contexto, pero no se pueden negar graves errores e injusticias que, ahora, todo el mundo reconoce.

La Iglesia católica en Canadá comenzó hace tiempo un camino de curación y reconciliación con estos pueblos indígenas. El pasado mes de abril, el Papa recibió en Roma a los grupos de las "Primeras Naciones", los Métis ("mestizos") y los Inuit, expresándoles "indignación y vergüenza" por lo ocurrido y proclamó que la falta de respeto a la identidad y a la cultura de un pueblo es siempre contraria al Evangelio de Jesús. En aquella ocasión, los representantes de los pueblos indígenas pidieron a Francisco que se los visitara en sus tierras y que manifestase allí el dolor de la Iglesia por lo sucedido.

El Papa se apresta a hacerlo sin reservas, como lo han hecho sus predecesores ante otras situaciones. Y se apresta también a subrayar que la verdad del Evangelio, que han transmitido tantos hombres y mujeres santos también en Canadá, sigue siendo luz de esperanza para todos los pueblos.