Profundizar en su desbordante riqueza

José Luis Restán

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En vísperas del comienzo del Sínodo cinco cardenales han presentado al Papa cinco “dubia”, es decir, dudas o preguntas sobre cuestiones que afectan al contenido de la fe tal como lo propone la Iglesia. Lo mismo sucedió en torno al Sínodo sobre la Familia, pero en aquella ocasión el Papa no consideró oportuno responder. En esta ocasión sí lo ha hecho, aclarando algunas de las sombras que planeaban sobre el inicio de la asamblea. Me voy a fijar sólo en la primera porque, en el fondo, es el sustrato de las demás. Plantea la cuestión de si la Revelación Divina debe ser reinterpretada por la Iglesia según los cambios culturales y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven, o si, por el contrario, es inmutable y vinculante para siempre.

Francisco responde que es cierto que “la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante”, pero la Iglesia “nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión”. Los cambios culturales no modifican la Revelación, “pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más”, y eso puede llevar a una mejor expresión de algunas afirmaciones pasadas del Magisterio, como ha sucedido ya a lo largo de la historia.

Añade que los textos de las Escrituras y los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su sustancia perenne de los condicionamientos culturales. También observa que la formulación de una verdad concreta no puede entenderse adecuadamente si se aísla del contexto de toda la Revelación, si no se ve su conexión con las verdades más centrales y con la totalidad de la enseñanza de la Iglesia.

No sé si estas respuestas del Papa, arraigadas en la gran Tradición de la Iglesia y avaladas por su autoridad, servirán para serenar todos los ánimos. Al menos los de mucha gente sencilla, que puede sentirse confusa en medio del pimpampum, sí. De este modo, el Sínodo puede centrarse en lo que importa: “comunión, participación y misión”, para que el mundo conozca a Cristo como camino, verdad y vida.