Lo que el mundo espera de nosotros
José Luis Restán reflexiona sobre las declaraciones de uno de los nuevos cardenales españoles, el franciscano pamplonés Francisco Javier Bustillos
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Me ha interesado la entrevista, publicada por ABC, al nuevo cardenal, Francisco Javier Bustillo, franciscano conventual nacido en Pamplona, al que los caminos de Dios han llevado a ser obispo de Ajaccio, la capital de Córcega. ¡Las vueltas que da la vida! Dice monseñor Bustillo que siempre le ha interesado la cultura francesa, el hecho de que está muy secularizada, y pensó que, como franciscano, podía responder a los retos que planteaba. Observa que algunos dicen que la sociedad francesa es laica, pero no, el Estado es laico, la sociedad está secularizada. Eso quiere decir que hay un vacío, que muchos se han alejado de Dios, pero también muchos esperan algo de Dios, de la Iglesia y de sus testigos. “Por eso, dice, yo en Francia me he encontrado siempre muy a gusto”. Es una aproximación realista, esperanzada, ni buenista ni derrotista, que me parece muy interesante.
Considera que la Iglesia necesita vivir la fidelidad, porque tenemos un pasado y una tradición; y la creatividad, porque tiene la capacidad de abrir caminos nuevos para una sociedad que está viviendo divisiones y mucha violencia. Apela a dos palabras clave en la vida de San Francisco: “reparar” y “hacer soñar”. Reparar es devolver la belleza y la autenticidad del origen. Como dijo Benedicto XVI, hay que comenzar desde dentro. Señala que, en la Iglesia de Francia, y en otros lugares, “es una pena que nos dividamos y nos etiquetemos: este es de derechas o de izquierdas, es moderno o es conservador”.
La unidad y la autenticidad son prioritarias en este momento, tenemos que salir de una actitud egocéntrica y pensar en lo que el mundo espera de los cristianos. Recuerda que la Iglesia siempre ha sabido hacer soñar: en la arquitectura, en la pintura, en el gregoriano, en las misiones. Tenemos que recuperar la conciencia de lo que la Iglesia puede ofrecer al mundo sin arrogancia y sin complejos, dice el futuro cardenal Bustillo, para quien hoy oscilamos, como una tragedia griega, entre Eros y Thanatos. Sólo el amor de Dios hecho carne, que es el alma de la Iglesia, puede responder a esa tragedia