Conmovido, agradecido y esperanzado

Fue el propio Francisco quien bromeó en su entrevista de 2021 con Carlos Herrera sobre el “viento de Cónclave” que siempre se desata cuando un Papa está enfermo, así que es inútil escandalizarse por el hecho de que empiecen a aparecer quinielas, y por las expectativas o los miedos (según los casos) que cada cual expresa, ya sea con delicadez o con grosería. No olvidemos que el Papa vive un momento grave, un momento que mueve al buen pueblo de Dios, sobre todo, a la plegaria intensa y a la gratitud por una tarea que necesariamente gasta y desgasta a quien la desempeña.

He dicho que algunos debates que ya apuntan no me escandalizan, aunque algunos me producen risa, y otros, tristeza. La prisa que algunos exhiben resulta casi procaz, así como la parcialidad y mezquindad de sus balances sobre estos años de Francisco. Y en la otra orilla están los que poco menos que predicen una catástrofe si Francisco saliese de la escena y claman (como si se tratase de una campaña política) contra la posibilidad de que alguien dé “marcha atrás a sus reformas”. El santo pueblo fiel, el de los santos de la puerta de al lado, está muy lejos de esos análisis. Está a la vez, conmovido, agradecido y esperanzado. Conmovido por la lucha del hombre Jorge Bergoglio en su habitación del Gemelli, lucha del cuerpo y del alma; agradecido por su ministerio como sucesor de Pedro, por su reclamo continuo a la conversión a Cristo, por su deseo de una Iglesia entregada por completo a la misión; y esperanzado porque el Señor lleva la barca de su Iglesia y le dará lo que necesite para surcar las aguas de la historia que viene.

La Iglesia se ha enriquecido con las aportaciones doctrinales y pastorales, y con el testimonio de fe del Papa Francisco, y los asimilará más y más con el tiempo. Y también se renovará mañana con nuevos registros y matices, con nuevas profundizaciones en el océano inagotable de su Señor, con nuevas personas en el timón de la barca. Y estamos tranquilos.