Una fe tenaz frente a los oscuros poderes de la muerte

El mundo está tan agitado que apenas nos da tiempo para fijar la atención en cada nueva situación de conflicto. Como el que ha estallado en la región africana de los Grandes Lagos. El grupo guerrillero M-23, sostenido por Ruanda, ha tomado las ciudades congoleñas de Goma y Bukavu provocando el caos y sembrando el pánico en una población muy castigada a lo largo de la última década. Sin embargo, este domingo se celebraba la primera misa de la mañana en la parroquia de Nguba, en las afueras de Bukavu, abarrotada de gente, y se escuchaba un coro digno de las mayores celebraciones.

El padre Jean-Marie expresó el sentir de todos: «No estaba seguro de que seguiríamos aquí este domingo para alabar al Señor. Demos gracias». La agencia Fides relata que, escuchando los cánticos, viendo las palmas y los bailes, se percibía que la resiliencia de este pueblo consiste en su fe tenaz en Dios, que le hace capaz de agradecer lo positivo sin cargar las tintas en lo negativo.

La ciudad sigue sin líderes: los de antes han huido y los nuevos aún no han sido nombrados. Nadie garantiza el orden en las calles de una ciudad asolada, de la que muchos han preferido huir. El nuevo poder ha hecho llamamientos para que la gente vuelva al trabajo y los niños a las clases, pero no se sabe quién asumirá los costes de los servicios públicos y de la educación. Las noticias que llegan de Goma, la otra gran ciudad tomada por el M23, son inquietantes, se habla de detenciones y represalias.

Pero nada de esto impidió la celebración de la misa dominical en la parroquia de Nguba. Ellos están seguros de que, más allá de los planes humanos, está Dios, y de que todo está en sus manos. Junto al altar, en el ofertorio, se apilaron sacos de harina y arroz, la contribución para los pobres de la parroquia que las comunidades de base entregan por turno cada domingo. La fe, la esperanza y la caridad sostienen la vida frente a los oscuros poderes de la muerte.