La firma de José Luis Restán: Santos inteligentes

Esa prudencia que Francisco identifica con la verdadera inteligencia requiere también custodiar la memoria del pasado, ser conscientes de que el mundo no empieza con nosotros

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Al concluir su catequesis de ayer en la Audiencia General, el Papa afirmó que Dios no solo quiere que seamos santos, sino que quiere que seamos “santos inteligentes”. La catequesis había estado dedicada a la prudencia, a la que Santo Tomás de Aquino consideraba la virtud rectora de todas las demás. Francisco advirtió que “sin prudencia, equivocarse de camino es cuestión de un momento”.

Previamente había descartado identificar esta prudencia evangélica con una actitud temerosa o de mera cautela. Prudencia es comprender que la realidad es compleja, que hace falta atravesar las apariencias, que no debemos caer nunca en la banalidad. Prudencia es tener conciencia de los propios límites y saber buscar consejo, es mantener una amplitud de miras y libertad interior para elegir qué camino tomar. Significa también ser conscientes de que un celo sacado de contexto puede provocar desastres. El gran teólogo De Lubac, muy querido por Francisco, decía al respecto que toda la historia de la Iglesia confirma “que la salud consiste en el equilibrio”.

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