En la historia
Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 28 de noviembre
Publicado el
2 min lectura
En una carta que me parece especialmente sustanciosa, el Papa Francisco acaba de decir que “hoy tenemos una proliferación de relatos, a menudo artificiales e incluso engañosos, y al mismo tiempo una ausencia de historia y de conciencia histórica en la sociedad civil y también en nuestras comunidades cristianas”. Siempre he pensado que la historia de la Iglesia es la cenicienta de la formación en nuestras comunidades. Necesitamos entender que la Iglesia es un Cuerpo que atraviesa la historia, que a veces parece estar a punto de morir, pero al final, misteriosamente, triunfa frente a todos los cálculos humanos… como dice san John Henry Newman.
Como acaba de escribir Francisco, “a la Iglesia hay que amarla tal como es; si no, no la amamos en absoluto, o amamos sólo un fantasma de nuestra imaginación”. Y la historia de la Iglesia “nos ayuda a ver la Iglesia real, que ha aprendido y continúa aprendiendo de sus errores y de sus caídas”, los cuales no impiden que, en todas las épocas, en ella sigan floreciendo siempre los santos, como decía genialmente el teólogo Henri De Lubac. El Papa recuerda la genealogía de Jesús narrada por san Mateo, y observa que nada se ha simplificado o suprimido, de modo que en ella figuran algunos nombres más bien problemáticos… “Todo, sin embargo, termina y florece en María y en Cristo”. Y si esto pasó en la historia de la salvación, sucede igualmente en la historia de la Iglesia.
Hoy tenemos mucha necesidad de que se haga historia de la Iglesia en nuestras comunidades, con rigor y precisión, también con pasión e involucrándose, como encomienda el Papa. Y hace falta que esa historia sea conocida, asimilada y amada, nos sólo por los especialistas o los líderes, sino por el santo pueblo de Dios, que es quien la protagoniza.