Por qué importa el Papa
Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 6 de mayo

Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 6 de mayo
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Hace unos días un columnista titulaba: “Como si el Papa importara todavía”. Él también estaba sorprendido por la impresionante movilización de los medios del mundo entero, y también de los políticos, de los estrategas, y de los científicos sociales… en torno al fenómeno de la muerte de un Papa y de la elección de su sucesor. Algunos que no han dejado nunca de vituperar al Papa ahora parecen no perder ripio.
Cierto que estamos en la época en que todo se convierte en espectáculo y para eso, lo que va a suceder en la Capilla Sixtina no tiene precio. De acuerdo: el exotismo, las patéticas fantasías de “Dan Brown”, y esa mezcla de razas y culturas extrañamente unidas y revestidas de púrpura… explican parte de la excitación mundial. Pero no es solo eso. Hay un misterio en torno a la figura de Pedro y sus sucesores, y la falta de coherencia, e incluso los graves pecados de algunos de ellos en la historia, no hacen sino profundizar ese misterio. No sería difícil ridiculizar la pretensión de que los papas, con sus debilidades y carencias, sean la roca sobre la que el Señor ha querido edificar su Iglesia. Y, sin embargo, la cadena sigue, no se interrumpió cuando en 1799 uno de los líderes de la Revolución Francesa proclamó que Pío VI, prisionero en Valence, sería el último de la lista, “porque así lo quiere la libertad y la filosofía”. La bravata del revolucionario inspira hoy una cierta sonrisa.
Ya sabemos que Stalin, con su acostumbrada brutalidad, preguntó “cuántas divisiones tiene el Papa”. Pero algunos, quizás más finos, han visto que la fuerza de esa figura vestida de blanco viene de “otra cosa”, y desafía las revoluciones e incluso los saltos tecnológicos. El Papa “importa” porque con él se hace incandescente el misterio de la Iglesia. Que, según cierta lógica, debería haber sido ya desmantelada y, sin embargo, ahí sigue.