No somos piezas de ajedrez

Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 3 de marzo

José Luis Restán

Publicado el

2 min lectura

Mientras el mundo hierve, parece una noticia menor, casi irónica, que en la catedral católica de Novosibirsk, capital de la región rusa de Siberia occidental, haya sido ordenado obispo un jesuita alemán, Stephan Lipke. Durante su noviciado en Alemania, en octubre de 2008, dos sacerdotes jesuitas fueron asesinados en su apartamento de Moscú, una página oscura en la vida de la pequeña comunidad católica. Cuando Lipke conoció la tragedia se sintió llamado a ocupar el lugar de esos hermanos suyos. Esto supuso un tiempo de aprendizaje de la lengua y de la cultura, y una meticulosa observación de sus superiores, hasta que en septiembre de 2011 el padre Stephan partió hacia Novosibirsk.

Después sería enviado a Tomsk y a Moscú, donde se convirtió en un punto de referencia para la comunidad católica y también para la sociedad civil y el mundo ortodoxo, con el que pudo crear puentes a través de la actividad cultural desarrollada por el Instituto Santo Tomás, del que es rector desde 2018. Ahora ha vuelto a Siberia, un vasto territorio con pequeñas y numerosas comunidades dispersas, cuyos fieles son, en su mayoría, descendientes de alemanes, bielorrusos y ucranianos deportados por Stalin.

La ceremonia de su consagración como obispo auxiliar supuso una gran fiesta para la comunidad católica siberiana. En un momento tan confuso y lleno de incertidumbres como el actual, el obispo Stephan recuerda que “no somos objetos ni piezas de ajedrez, sino seres preciosos a los ojos de Dios, piedras vivas de la comunidad eclesial… Jesucristo fundó la Iglesia para llevar a todos la alegre noticia de que Dios es nuestro único Señor; la única pregunta que debemos hacernos es si este anuncio llega a todos, especialmente a los pequeños, a los pobres y a los marginados”.

Curioso que este hombre llegue de una Alemania que, a veces, consideramos eclesialmente un desierto. Curioso que en la Rusia acosada por tantas tragedias persista, pese a tantas persecuciones, la planta frágil pero muy viva de la Iglesia.

Temas relacionados