¿En qué radica nuestra esperanza?

Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 17 de marzo

José Luis Restán

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En un pequeño librito titulado “Esperanza para náufragos”, que recomiendo vivamente, el joven dominico francés Adrien Candiard establece un paralelismo entre el final del Imperio Romano y la disolución de la cristiandad europea desde el último cuarto del siglo XX. Hubo un momento, allá por el siglo IV, en que habían cesado las persecuciones y los emperadores se habían convertido al cristianismo, parecía que el Reino de Dios se establecía armoniosamente dentro de los muros de la ciudad terrena. El Imperio, al convertirse, se asociaba a las promesas de eternidad de la Iglesia, y muchos cristianos veían que todo esto era alentador.

Sin embargo, en el año 410 los visigodos entraron en Roma y se entregaron al pillaje. El trauma fue considerable y el Imperio apenas sobrevivió unas décadas. Muchos cristianos se sintieron desamparados, y alguien tan grande como San Jerónimo cayó en el desaliento, al pensar que, con el Imperio, el universo entero (¿también la Iglesia?) iba a perecer. Entonces, como hoy, los cristianos necesitaban tener claro en qué se basaba su esperanza. Mientras la violencia ganaba terreno y se producía la desaparición del Estado y de una rica cultura, los primeros monasterios benedictinos no se lamentaron por un pasado glorioso, ni se replegaron sobre sí mismos.

Dice Candiard que los monjes se dedicaron a mostrar la salvación de Dios, su misericordia, su presencia en un mundo en plena desintegración; no buscaban luchar contra el mundo que les rodeaba, sino hacer vivir en él la presencia de Dios, proponerle incansablemente la salvación que tanto necesita. Es verdad que, de paso, sostuvieron durante siglos la cultura de Occidente. Pero no pretendieron construir nuevos fortines ni islotes del Imperio, sino una infinidad de santuarios, de comunidades inconquistables e indestructibles porque sólo contenían la Palabra de Dios. También hoy los cristianos tenemos que preguntarnos en qué radica nuestra esperanza.

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