Reconocer el sufrimiento del otro
Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 20 de enero
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Ante la esperanza que supone el Alto el Fuego alcanzado en Gaza, los obispos de Tierra Santa han observado que una cosa es el final de la guerra y otra, muy distinta, el final del conflicto. El Patriarca Latino, Pierbattista Pizzaballa ha dicho que “hay un gran trabajo por hacer para reconstruir las relaciones, para reflexionar sobre cómo hemos vivido, las divisiones que se han creado, y hacer una revisión general de las relaciones en el seno de la sociedad israelí y palestina”. Y ha señalado, sin ambages, el corazón del problema: “es un gran desafío para todos, el odio solo se puede vencer con amor… la gente necesitará ayuda para purificarse de tanto odio, del veneno que esta guerra ha sembrado en todos sin distinción”.
Los terribles atentados de Hamás y la posterior respuesta israelí en Gaza han supuesto, entre otras cosas, la deshumanización del “otro”, del que es diferente. De ahí el llamamiento de los obispos a “reconocer recíprocamente el sufrimiento del otro”. Es lo que han hecho algunas familias de rehenes secuestrados por Hamás que con valentía y realismo reconocen que la lógica de la venganza solo conduce a un callejón sin salida y, desde su intenso sufrimiento, se han mostrado unidas al sufrimiento de miles de familias palestinas. Estos son los pequeños signos de esperanza que brotan estos días.
Otro lo indicaba el propio patriarca Pizzaballa que, al volver recientemente de una visita a la parroquia católica de Gaza, contaba que, en la Franja, más que pan, la gente pedía escuelas para sus hijos. Gente que, sobre todo, mira al futuro de sus hijos en una tierra en la que poder vivir con otros que son diferentes, pero que tienen un mismo corazón, un mismo deseo de justicia y de felicidad. Sólo partiendo de este deseo se puede volver a empezar.