No seamos gente “sin entendimiento”
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 11 de diciembre
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En estos días la liturgia nos hace escuchar al profeta Isaías que anuncia la llegada del Mesías, y lo hace con el trasfondo de una sociedad y de un orden que se descompone en el antiguo Israel. Ese panorama que dibuja el profeta puede resultarnos familiar. Nuestro mundo está ansioso. La guerra hace estragos en Europa, parece que los gobiernos se derrumban. En Oriente Medio puede pasar cualquier cosa y los fenómenos meteorológicos extremos nos recuerdan que estamos a merced de procesos que escapan a nuestro control. Lo que Juan Pablo II llamó "la cultura de la muerte" avanza y se consagra en nuestras legislaciones, y Europa parece haber perdido su voluntad de vivir, como demuestra el invierno demográfico. Quizás el drama que se está desarrollando en el cuerpo político europeo sólo es la consecuencia de un daño que previamente ha hecho estragos en el interior de nuestras sociedades y en las personas que las forman.
Es como si asistiéramos a los dolores de parto de un mundo que se está reconfigurando. Esto ha sucedido muchas veces en la historia, y conviene recordar que nuestro Dios es el Señor de la historia. Él nos ha dado su Palabra para que leamos los signos de los tiempos y no seamos como aquellos habitantes de Jerusalén de los que habla Isaías, gente “sin entendimiento" y, por lo tanto, confundida y asustada.
Cuando estos días clamamos “¡ven, Emmanuel”, no se trata de un mantra. La memoria cristiana sabe que la promesa de un Dios con nosotros no es un cuento de hadas, sabe que Jesucristo está con nosotros ahora, que es más fuerte que cualquier mal, que frente a la perplejidad y al dolor, podemos permanecer en pie junto a Él. El Adviento nos invita a hacer consciente esa memoria que ha sostenido el camino de la Iglesia a través de catástrofes y revoluciones, a no dudar de la promesa de Cristo.