La semilla de Don Bosco en Pakistán

Cuando los salesianos afrontan el momento trascendental de elegir a un nuevo Rector Mayor, y coincidiendo con el 150 aniversario de la ONG “Misiones Salesianas”, su pequeña misión en la ruda provincia del Punjab, en Pakistán, cumple 25 años y muestra unos frutos inesperados, aunque no serán portada de ningún medio. Cuando los salesianos llegaron por primera vez al Punjab afrontaron el desafío de la pobreza y de la falta de educación, especialmente entre las niñas. Siguiendo el carisma de Don Bosco levantaron en Lahore un instituto que ha formado a más de 8.000 estudiantes en un país donde el analfabetismo sigue siendo un problema grave, especialmente en las áreas rurales. Uno de los objetivos era combatir el desempleo, y para ello se han centrado en la formación profesional en especialidades como metalurgia, electricidad, carpintería y automoción.

Una de las principales preocupaciones del instituto es el abandono escolar de las niñas, que generalmente dejan los estudios para encargarse de las tareas domésticas o debido a la costumbre de los matrimonios precoces concertados por sus familias. Los salesianos han insistido en cambiar esa mentalidad a través de un intenso diálogo con las familias y ofreciendo cursos específicos como el de sastrería, para favorecer que las jóvenes puedan ser independientes. También han comenzado una escuela en Quetta, capital de la provincia de Beluchistán, con el primer modelo de coeducación para niños y niñas en todo el país, que ahora está siendo imitado en otros centros educativos.

Uno de los alumnos formados en la escuela de Lahore fue Akash Bashir, que en 2015 evitó con el sacrificio de su propia vida un ataque suicida contra la iglesia de San Juan en Youhanabad. Los salesianos impulsan ahora el proceso de canonización de este joven, cuya vida es un verdadero testimonio de fe para los cristianos pakistaníes.