Alzamos la voz por Siria
Escucha la Firma de José Luis Restán del 3 de diciembre
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Desde hace tres años los medios no hablaban de Siria. Ahora una nueva sombra se abate sobre este martirizado país, reducido casi a un fantasma de sí mismo. Un heterogéneo ejército rebelde ha descendido desde el norte y ha ocupado la ciudad de Alepo, casi sin resistencia. El temor es que la voz cantante la lleven los salafistas, aunque hasta el momento la población civil, incluidos los cristianos, ha sido respetada. Suena durísima la afirmación del nuncio en Damasco, el cardenal Zenari: “lamentablemente aquí la esperanza está muriendo, en algunos casos ya está enterrada… el único deseo de la población es escapar”.
El vicario apostólico de Alepo, el franciscano Hanna Jallouf, conoce bien la galaxia de grupos que han tomado la ciudad. No en vano, estuvo secuestrado por ellos hace diez años, y a algunos puede llamarlos por su nombre y mirarlos a la cara. "Hasta ahora nos tratan con respeto y no han tocado a ningún cristiano, ha contado en una llamada telefónica a la Agencia Asia News, tienen la orden de respetar nuestros ritos, nuestras iglesias, incluso nuestra ropa". Los obispos de las comunidades latina, maronita, caldea y melquita, han decidido permanecer, mantener abiertas las parroquias y, en lo posible, todas las obras de ayuda a la población. Es una decisión valiente para sostener la débil esperanza del pueblo.
La responsabilidad de las potencias implicadas es enorme. Del régimen de Assad, incapaz de generar confianza; de Rusia e Irán, que le dan sustento sin incidir en la reconstrucción; de Turquía, que mueve los hilos de los rebeldes; de Estados Unidos, cuya ambigüedad en Siria es total. Recuerdo unas palabras del obispo Jallouf: “la guerra casi ha logrado que incluso los cristianos pierdan el sentido de la vida”. En ese “casi” se abre una grieta para que entre la luz. Hoy alzamos la voz por Siria, y pedimos por su sufrida gente.