Bienes esenciales para los católicos chinos

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Bienes esenciales para los católicos chinos

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Como se esperaba, el pasado sábado fue anunciada la renovación por dos años del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos alcanzado entre la Santa Sede y el Gobierno de China en 2018. Mucha gente se pregunta el porqué de este acuerdo, que algunos presentan absurdamente como una “bendición” vaticana al régimen comunista. Precisamente porque se trata de un país donde existen graves problemas para las libertades, la Santa Sede busca garantizar un mínimo de seguridad para la vida de las comunidades católicas. Lo hace en China, como lo hace en Cuba, en Irán, o en los países del Golfo Pérsico, por poner algunos ejemplos.

Resulta hipócrita la crítica de algunos medios, mientras el mundo occidental mantiene plenas relaciones diplomáticas y comerciales con el régimen de Beijing. Como ha explicado el cardenal Pietro Parolin, la Santa Sede no se mueve con la falsa ilusión de encontrar una norma perfecta, sino con la esperanza de garantizar que las comunidades católicas chinas sean guiadas por pastores dignos e idóneos, teniendo presente una historia de desgarros e incomprensiones provocada, evidentemente, por la dura persecución durante el régimen maoísta.

Lo que se busca es preservar bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China, como la validez de los sacramentos y la certeza, para millones de fieles, de poder vivir su fe en comunión con el Papa, sin ser sospechosos de deslealtad a su propio país. Los chinos tienen a gala una paciencia milenaria. La Iglesia católica también sabe de paciencia, que no significa pasividad ni angelismo. No hay falsas ilusiones ni debilidad en este Acuerdo: sólo el realismo de la fe, abierto a corregir lo que sea necesario. Mientras, la vida de los católicos chinos es ya una semilla de futuro para toda la Iglesia.

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