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Católicos en la política

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

A veces decimos con demasiada ligereza que no hay católicos en la política, por eso me ha llamado la atención una amplia entrevista que realiza La Civiltà Cattolica a Marta Cartabia, que fue Presidenta del Tribunal Constitucional italiano en 2020 y posteriormente ministra de Justicia en el gobierno Draghi. La profesora Cartabia explica que su arraigo en la vida de la Iglesia era conocido por todos, aunque no ha hecho ningún alarde al respecto. Está claro que los rasgos de su compromiso público nacen de ese arraigo: en lo referente al Derecho siempre le ha apasionado todo lo que concierne a lo humano, a los derechos fundamentales, la cuestión de los espacios de libertad de la persona en relación con el poder. Para ella resultó iluminadora la Encíclica Spe salvi de Benedicto XVI, donde dice que la esperanza no radica en que sepamos construir órdenes perfectos (órdenes que eliminarían la libertad humana). Ese pasaje le resultó liberador y le permitió no tener miedo a comprometerse en la construcción de sistemas normativos en los que el trigo y la paja se mezclan. Hay un límite, fijado por la realidad y por la libertad de los otros, que quienes se dedican a la esfera pública deben aprender a aceptar, afirma.

También apunta que los cuatro principios metodológicos enunciados por el Papa Francisco en Evangelii gaudium han sido fundamentales para ella: el todo es superior a la parte; el tiempo es superior al espacio; la unidad es superior al conflicto; y, sobre todo, la realidad es superior a la idea. Afirma que “el realismo es una característica profundamente cristiana: estar injertado en la historia con todos los condicionamientos que conlleva. Al fin y al cabo, subraya, “el cristianismo es Dios entrando en la historia”. Por eso, “el trabajo del político no consiste en realizar la ciudad de Dios, sino en realizar una ciudad del hombre que sea lo más humana posible”.

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