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Como los olivos

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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En esta última firma antes del paréntesis vacacional he elegido una historia de gratitud y de esperanza. El próximo 6 de agosto se cumplirán 10 años de la invasión de la Llanura de Nínive, en el norte de Irak, por parte del denominado Estado Islámico. En aquel instante, que casi hemos olvidado, 100.000 cristianos fueron obligados a abandonar su tierra y sus hogares por negarse a renunciar a su fe. La noticia es que, en aquella tierra, una de las primeras en que prendió la semilla cristiana hace más de dos mil años, su presencia vuelve a renacer. De las 13.200 familias cristianas que había registradas en Nínive en 2014, 9.000 han regresado, y en Qaraqosh (la principal ciudad cristiana de Irak), de los 50.000 que vivían entonces, han regresado unos 25.000. Dice Ayuda a la Iglesia Necesitada, siempre presente sobre el terreno, que no hay constancia de que hubiera una sola conversión al islam por parte de los cristianos. Pero, con su exilio forzado sucedió algo inédito en la historia: por primera vez, desde el siglo I, las campanas de las iglesias dejaron de sonar en la Llanura.

Tomémonos tiempo para escuchar a estos hermanos. Nizar Semaan es el arzobispo siro-católico: “no hay palabras para describir lo que vivimos hace diez años, el Estado Islámico intentó erradicarnos, pero fracasó. La gente aquí es como los olivos, puedes podarlos y quemarlos, pero al cabo de 10 o 20 años seguirán dando fruto. Los terroristas lo han intentado todo, pero nosotros seguimos aquí”. Ha sido necesario reconstruir 13.000 casas y 363 edificios de la Iglesia en nueve ciudades de la Llanura de Nínive, para que el lento regreso se hiciera posible. Y queda mucho por hacer en materia de seguridad, educación y empleo, para que las familias cristianas recuperen el pulso y el sosiego. No son súper héroes, sino ramas de un olivo al que no ha podido doblegar la maldad más oscura. Ese olivo es la Iglesia, que no depende ni de la suerte ni del favor de los poderosos, sino de la gracia de su Señor. Nos conviene recordarlo. Hasta pronto.

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