Frente a los diluvios de la vida
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Hoy me ha impresionado contemplar un vídeo publicado por la Agencia FIDES en el que se recoge la celebración de la Jornada del DOMUND en una parroquia de la diócesis de Makurdi, en Nigeria. Toda la región se ha visto afectada en los últimos días por fuertes lluvias que han provocado numerosas inundaciones. También la iglesia en la que tiene lugar la celebración se ha visto inundada, pero eso no ha impedido a la gente acudir para celebrar la santa Misa. En las imágenes se aprecia cómo se disponen los fieles ordenadamente en pequeñas barcas de madera. Uno de ellos dirige los cantos, mientras el sacerdote está de pie frente al altar, colocado de forma que no se inunde. Se observa un gran recogimiento en un momento especialmente solemne como es el de la distribución de la eucaristía, a pesar de que el agua llega hasta mitad de las piernas de los que se acercan a comulgar. Lo mismo le sucede al sacerdote celebrante.
El obispo de la diócesis, Luka Sylvester Gopep, ha comentado estas elocuentes imágenes diciendo que “las inundaciones son reales (¡y tanto!) pero no pueden impedirnos adorar a nuestro Dios”. “También existe el diluvio espiritual, explica, pero al igual que el meteorológico, debe empujarnos hacia Dios, no alejarnos de Él. Cualquiera que sea la inundación que se nos presente (y hay tantas en la vida) llevémosla a Dios, Él tiene respuesta para todos”.
Me impresiona el amor a la Eucaristía de esta gente, su conciencia de que no es algo ornamental, sino que es algo sin lo que no podrían vivir, como les pasaba a los primeros cristianos. Y me asombra también la pedagogía de su obispo, que no cede al lamento, sino que educa a su pueblo en levantar la mirada hacia Cristo resucitado frente a todos los diluvios de la vida.