Si fuera verdad…
Ya puedes leer y escuchar la Firma de José Luis Restán en Mediodía COPE de este martes 24 de diciembre de 2022
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Hace unas semanas, un periodista italiano, Antonio Polito, escribía en el Corriere della Sera sobre el doloroso funeral del hijo de unos compañeros de su periódico, y sobre la búsqueda de sentido que esa tragedia plantea. Polito es un laico en el sentido italiano de la palabra, o sea, uno que no se confiesa creyente, pero en su columna se refiere cálidamente a la homilía del sacerdote durante el funeral, de la que dice que “alivió el peso de nuestro corazón, enjugó las lágrimas de nuestros ojos, creyentes y no creyentes”. Y, a continuación, se lamenta por el hecho de que “el mensaje cristiano se haya debilitado tanto en su país”.
En las palabras de este reconocido periodista podemos reconocer muchas cosas interesantes: la necesidad de encontrar el sentido de la vida en sus sufrimientos y alegrías, también en el hecho desafiante de la muerte; la nostalgia que albergan nuestras sociedades europeas, en su mejor versión, respecto de la gran tradición cristiana que ha moldeado su identidad; y el hecho de que, cuando la gente se topa con un testimonio cristiano verdadero, no queda indiferente, sea cual sea su posición cultural o religiosa. Es interesante observar la perspicacia del analista que detecta la pérdida objetiva que significa para un país como Italia, o como España, el debilitamiento del mensaje cristiano, o mejor, de la presencia carnal e histórica de la fe cristiana en las entretelas de nuestra sociedad. No lo dice un clérigo preocupado por los “números” de su parroquia, sino un columnista de referencia de uno de los medios más influyentes de su país.
No creo que la respuesta sea una estrategia, ni de reconquista ni de autodefensa. El cristianismo existe porque existen personas como el cura al que escuchó Polito en aquel funeral. De los cristianos reales, con todos nuestros límites, de los que existimos aquí y ahora, depende en cada lugar que a gente como este periodista vuelva a surgirle la inquietud: “¿será verdad lo que anuncia la Navidad?”.