Hablaron de Uno que habían conocido

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Hablaron de Uno que habían conocido

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Desde luego, la predicación de los Apóstoles no consistió en decir a las gentes: “os anunciamos una concepción de sociedad basada en la solidaridad, la inclusión y el desarrollo sostenible, ¡uníos a nosotros porque este es el futuro!” Conviene recordarlo al escuchar o leer algunos discursos que nacen de algunos ámbitos eclesiales.

No, los Apóstoles dieron testimonio de un encuentro que habían tenido. Hablaron de Uno que habían conocido, Jesús, que poseía una autoridad diferente a la de cualquier otro hombre; que les había mostrado una nueva forma de vivir, les había revelado el sentido de las palabras "amor" y "misericordia", y que había vencido a la muerte. Ellos anunciaban con certeza que ese hombre, Jesús, era el Hijo de Dios, y que podemos entrar en comunión con Él mediante la participación en los sacramentos que Él mismo instituyó.

Cuando los cristianos empezaron a construir iglesias no lo hicieron con el fin de acoger una especie de asamblea democrática sino para que todo el pueblo, hombres y mujeres, ricos y pobres, se reunieran ante el altar del Señor para recibir su Cuerpo y Sangre, fundamento de una alianza nueva que, además, da forma a una conciencia de comunión basada en la fraternidad que, además, contribuye a una convivencia civil justa y pacífica.

El monje-obispo Erik Varden ha recordado un episodio que tuvo lugar en la abadía benedictina de Minster en Kent, Inglaterra. El 22 de agosto de 1987 las monjas se despertaron a medianoche durante una tremenda tormenta y vieron su iglesia envuelta en llamas. La mayoría tuvo la inclinación de escapar, pero la priora, Madre Concordia Scott, sin dudarlo un momento, entró en la iglesia en llamas para sacar el Cuerpo de Cristo del tabernáculo, cosa que consiguió poniendo en juego su propia vida. El obispo Varden comenta que este incidente nos invita a un examen de conciencia: “¿ponemos la santidad y la integridad del Cuerpo de Cristo, con todas sus exigencias explícitas e implícitas sobre nuestra vida, por encima de nuestras consideraciones sobre el bienestar que anhelamos?” En realidad, en eso consiste el anuncio cristiano.

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