Operación rescate
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
En nuestra España secularizada la Primera Comunión sigue siendo un hecho con relevancia social, eso sí, menguante. En estas semanas se celebra en muchas de nuestras parroquias, y el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ha podido quizás sorprender (¿o no?) con una carta en la que pide a las comunidades cristianas una “operación rescate” de la Primera Comunión. En el diálogo con los niños y niñas que van a recibirla se hace patente la expectativa de una fiesta en la que van a recibir muchos regalos, hasta el punto de que el gran regalo que es Jesús queda oscurecido. Es el momento, dice monseñor Argüello, “de sacar brillo de nuevo a los sacramentos de la iniciación cristiana… que la Primera Comunión sea verdaderamente un momento singular de encuentro de los niños con Jesús”, de modo que su mirada esté fija en el Tesoro del amor de Dios que se ofrece en el Cuerpo de Jesucristo. Aclara Luis Argüello que, evidentemente, “es legítimo que hagamos fiesta con motivo de día tan importante para estos niños y niñas y sus familias”: hagamos fiesta, pero situada en el seno de la comunidad cristiana, una fiesta que no ponga tanto el acento en las cosas externas sino en la alegría de sabernos hermanos convocados por Jesús a la Eucaristía, Jesús que nos invita a vivir el amor fraterno y la caridad con los más pobres.
La verdad es que, entonces, la fiesta será mucho más fiesta y la alegría mucho más duradera. Porque todo el mundo organiza sus fiestas como puede, es normal, pero nadie puede, con su esfuerzo ni con su dinero, producir la alegría. Los cristianos hemos encontrado el secreto de la alegría, que es Jesús vivo y presente entre nosotros. ¡Qué necedad, qué desperdicio, sustituir ese secreto por nuestros apaños festivos! No es sólo rescatar la Primera Comunión, es, en el fondo, rescatar el gozo de la fe y de la comunión en la Iglesia, que no tiene comparación posible.