Restán: "La memoria cristiana nunca debe convertirse en nostalgia, sino en fuerza generadora"
En este viaje Francisco ha rendido homenaje al testimonio de millones de católicos en la Europa centro-oriental bajo el comunismo
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Hola, Pilar. A esta hora concluye la visita del Papa a Eslovaquia, que ha tenido dos referencias esenciales: la memoria de una fe heroica, que durante medio siglo fue puesta a prueba por el totalitarismo, y los nuevos desafíos que el presente plantea a la Iglesia.
La memoria cristiana nunca debe convertirse en nostalgia, sino en fuerza generadora para la misión. En este viaje Francisco ha rendido homenaje al testimonio de millones de católicos en la Europa centro-oriental bajo el comunismo, y ha pedido a sus hijos y nietos una fe viva que se encarne en el presente. Eso implica que la Iglesia, consciente de todas las dificultades e insidias de este momento, no cultive la imagen de una fortaleza asediada.
Aquella misma fe que fue un factor decisivo en la lucha por la libertad bajo el comunismo, tiene que ser hoy reconocida de nuevo como fuente de libertad, de curación y de construcción, en una sociedad que, en gran medida, se ha apartado de sus raíces cristianas.
En el santuario nacional de Sastin, que nunca dejó de ser meta de peregrinación durante los años oscuros bajo el “telón de acero”, Francisco ha pedido a los católicos eslovacos que testimonien la belleza del Evangelio sin miedo a ser signos de contradicción. Que vivan una fe compasiva con las debilidades y dolores de todos. Que hagan resplandecer su comunión fraterna en medio del individualismo rampante, y que protejan y cuiden la vida en un contexto en el que a menudo domina la lógica de la muerte. Son pistas que no debemos echar en saco roto.