Los migrantes son nuestros hermanos

El periodista y profesor Mario Alcudia reflexiona sobre el desafío que plantean las migraciones 

Redacción Religión

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Mañana celebraremos la Jornada del Migrante y del Refugiado con el lema ‘Dios camina con su pueblo’. Las dos imágenes ―la del éxodo bíblico y la de los migrantes, guardan ciertas similitudes recuerda el Papa. Al igual que el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, los migrantes hoy, huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, en busca de proyectos de desarrollo; un largo viaje de la esclavitud a la libertad. 

Entre las causas de esas que el Papa denomina migraciones forzadas encontramos persecuciones, guerras o miseria. Es evidente que estamos ante una profunda crisis migratoria y que Francisco está muy al tanto de la emergencia humanitaria que se vive en la Ruta Atlántica. Tanto que decía hace unos días que no descarta viajar a Canarias. Desde luego sería importante no solo como gesto de solidaridad sino también como una llamada de atención a los líderes políticos; el plantear soluciones por el bien de las personas que están saliendo y que están sufriendo esa indignidad de coger un cayuco para arriesgar su vida en busca de un futuro mejor. Porque como ha señalado en numerosas ocasiones Francisco, migrar debería ser una decisión libre; y en este sentido la Iglesia apuesta por vías legales y seguras para las personas en tránsito.

La movilidad humana es una de las señas de identidad de nuestra época. Pero como dicen los obispos de la comisión en su mensaje hemos de reconocer que todavía tenemos zonas de sombra en nuestro mirar y actuar personal y comunitario. Está claro que hay que seguir haciendo una gran labor para romper estigmas y que todo el mundo entienda que las personas migrantes son una riqueza. Todo ello para, como nos pide el Papa, avanzar en ese proceso de acogida, protección, promoción e integración de nuestros hermanos migrantes.

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