El ministerio diaconal, la espiritualidad del servicio

Ante el Jubileo de los diáconos que se celebra este fin de semana en Roma con presencia española en las ordenaciones que tendrán lugar mañana en la Basílica de san Pedro, recordamos las palabras del Papa en torno a este ministerio; no son ni "medio sacerdotes", ni "monaguillos de lujo", sino siervos solícitos que se entregan para que nadie quede excluido; humildes, buenos esposos y buenos padres; centinelas capaces de avistar a los pobres y a los alejados

Redacción Religión

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Si el fin de semana eran los artistas, esta semana son los diáconos los que están celebrando el Jubileo en Roma, una semana más con la ausencia del Papa debido a su ingreso hospitalario en el Gemellli que sigue recuperándose de su neumonía.

El encargado de presidir los actos del Jubileo de este fin de semana es el Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, monseñor Rino Fisichella, quien mañana presidirá a las nueve de la mañana la Eucaristía en la que serán ordenados 50 nuevos diáconos, entre ellos dos diáconos permanentes de Madrid, Willy Vargas y Alejandro de la Concha que dicen estar viviendo estas horas previas con esa gran paz y alegría interior que solo da Dios.

El diaconado permanente que hay que recordar que es el tercer grado del ministerio del Orden, con esa misión de hacer presente a Cristo en medio de la comunidad con una actitud humilde, generosa, entregada. Se trata de un ministerio que ha cobrado gran protagonismo en estos últimos años y es que estos ministros de la Iglesia enviados por los obispos de sus diócesis tienen un papel animador y dinamizador de la comunidad cristiana; una acción pastoral concretada en tres grandes pilares: la caridad, la liturgia y el servicio de la Palabra de Dios.

Conviene recordar que este ministerio es una vocación, una llamada del Señor y que como tal requiere de un discernimiento, una madurez y por supuesto una estabilidad emocional y familiar

Todos ellos tienen además de esta tarea sus trabajos, sus familias; lo que implica compaginar el estudio y la oración con las obligaciones laborales y familiares. En este sentido, las esposas son imprescindibles compañeras de camino en esa aventura del ministerio diaconal.

Los nuevos diáconos permanentes, son un gran regalo de Dios para la Iglesia a través de ese servicio, de esa vida entregada y compartida para con su familia y también ahora a través de este Ministerio con esta gran familia de la Iglesia.

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