Misioneros de esperanza en la enfermedad
Como señala el Papa, “la esperanza en medio del sufrimiento conduce a Dios”. Con motivo del Jubileo de los Enfermos que se celebra este fin de semana en Roma, Mario Alcudia reflexiona sobre cómo la enfermedad puede ser una oportunidad de encuentro con el Señor

MISIONEROS DE ESPERANZA EN LA ENFERMEDAD| FIRMA MARIO ALCUDIA
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Este fin de semana miles de personas están participando en Roma en el Jubileo de los Enfermos. Y desde luego si en algún lugar la Esperanza tiene cabida y sentido pleno es en torno al dolor, a la enfermedad y estas personas nos dan un testimonio de vida impresionante. Todas ellas acompañadas de sus familias y voluntarios han peregrinado para ganar este Jubileo como un auténtico regalo de Dios y es realmente hermoso ver el enorme testimonio que están dando.
Una esperanza que nos transporta como decía el Papa en la Bula de convocatoria de este Jubileo más allá de las pruebas, invitándonos a no perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados que no es otra que el cielo. Verles vivir de esta forma la enfermedad deja una huella muy grande, porque nos dan testimonio de la capacidad de asumir la enfermedad, de acoger la Cruz con su vida.
Una de las cosas también realmente hermosas que nos deja este Jubileo es ver esa comunión entre sacerdotes, familias y voluntarios en torno a los enfermos que conforman una gran familia. Ellos están dando un importante ejemplo de lo que significa ser peregrinos de esperanza con los enfermos.
En un momento como este en el que la enfermedad parece haberse convertido en algo tabú conviene aprovechar el Jubileo de este fin de semana para reclamar, como decía, que la enfermedad es un lugar de esperanza donde se aprende a esperar, se aprende a creer, se descubre el amor; son, dice el Papa, luces que atesorar aun en la oscuridad de la prueba. Y algo esencial en todo ello, claro, la fe y la oración que abren la puerta a la esperanza para no sucumbir ante la tristeza y el sufrimiento.
El anuncio del Señor también se hace con la cruz, desde la cruz y asumiendo la cruz por amor a los demás y a Jesucristo convirtiéndose así en portadores de luz y amor en medio de las tinieblas.