Peregrinos misioneros de la alegría
El periodista y profesor Mario Alcudia reflexiona sobre la alegría que infunde la fe en los jóvenes en este tiempo de desesperanza
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Esta semana hemos conocido el tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, la número 39 ya, centrada en el versículo del profeta Isaías: “Los que esperan en el Señor caminan sin cansarse”.
Recuerda el Papa que vivimos tiempos marcados por situaciones dramáticas que generan desesperación e impiden mirar el futuro con serenidad y son, precisamente, los jóvenes los que pagan el precio más alto. Al percibir la incertidumbre del futuro corren el riesgo de vivir sin esperanza, siendo prisioneros del hastío y de la tristeza y a veces, además, arrastrados por la ilusión de la delincuencia y las conductas destructivas.
Francisco es consciente de cómo las presiones sociales, el trabajo o la vida personal pueden conducirles a un estado crónico de cansancio y depresión que, en ocasiones, intentan llenar con un activismo vacío, con el riesgo de caer en un estado de apatía e insatisfacción.
Sin embargo, dice el Santo Padre, también la fragilidad tiene su sentido y puede ser mirada con ojos de misericordia y comprensión, con la convicción de que Dios siempre acompaña. Retoma para ello esa llamada a vencer la pereza, a no mirar el mundo desde el balcón, porque la vida es una caminar hacia la felicidad con un deseo de trascendencia; la constante inquietud hacia el cumplimiento de las aspiraciones más grandes: la comunión con Dios y la plenitud de la vida eterna.
Concluye el Pontífice con una mirada al Jubileo al que les invita a participar de forma activa, a cruzar las Puertas Santas, a ponerse en camino con las tres actitudes esenciales para peregrinar como incansables misioneros de la alegría: la acción de gracias, la búsqueda y el arrepentimiento, y ya en Roma, sentir la belleza del abrazo del Señor.
Y es que dice el Papa siempre es mucho mejor el cansancio de quien camina que el hastío de quien está detenido.