EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ESCUCHA

Ante el problema de la soledad no deseada y la incomunicación, el periodista y profesor Mario Alcudia reflexiona sobre la llamada del Papa a la Iglesia a ser escuela de escucha

El Papa llama a la Iglesia a ser escuela de escucha
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EL PODER TERAPÉUTICO DE LA ESCUCHA | FIRMA MARIO ALCUDIA

Redacción Religión

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La soledad no deseada afecta a uno de cada cuatro jóvenes en España de entre 16 y 29 años, cifra que roza el 70 % si se suman los que la han tenido este sentimiento en algún momento de su vida. 

En la era de la comunicación vivimos la paradoja de la incomunicación. Es por eso que el Papa durante todo su pontificado, todavía aún más a raíz del último Sínodo, habla del papel esencial de la escucha. De hecho Francisco llama a la Iglesia a ser escuela de escucha ante tantas personas necesitadas. En diócesis como Madrid llevan más de una década funcionando los centros de escucha porque detectaron que había mucha gente que se acercaba a la parroquia para ser escuchados, sin pretender una confesión, ni un acompañamiento espiritual. Este hecho, en los últimos años afecta de manera muy particular a los jóvenes que se sienten vulnerables, de forma especial ante situaciones adversas como la incertidumbre por el futuro, la sensación de soledad, la cultura de la inmediatez o las nuevas tecnologías.

Para encargarse de esta escucha activa se requiere la cualificación de los voluntarios, en muchos casos laicos que se encargan de esta escucha empática, sin hacer juicios. Se trata de poner en el centro a la persona, intentando comprender su sufrimiento, abrazar el dolor de aquellos que abren su corazón.

Esta escucha está en plena sintonía con esa actitud de la que habla el Papa, con ese estilo humilde de Dios. Es por tanto una llamada a la misión, casi una especie de ministerio, que pasa por esa sensibilidad y esa entrega que nos lleva a ocuparnos del prójimo haciendo de la Iglesia hospital de campaña. Se trata de una pastoral centrada en la persona, con comunidades más atentas y vivas. Queda claro que la escucha serena y personalizada si además va acompañada de la mirada y del abrazo tienen un inmenso poder terapéutico y se convierten en uno de los mejores fármacos naturales para aliviar el sufrimiento y la angustia de tantas personas que viven a nuestro lado.

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