"Los españoles no pagamos a los altos cargos de Moncloa para que satisfagan el ánimo de lucro de la mujer del presidente"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 4 de febrero

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Hay novedades en el caso Begoña: el juez Peinado acaba de imputar a su asesora Cristina Álvarez, la asesora de Moncloa reconvertida en asistente empresarial de doña Begoña. La imputa por los delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. ¿Qué están diciendo los abogados mediáticos del matrimonio Sánchez-Gómez? Pues aparte de cacarear que el juez Peinado es un hombre muy malo y muy de derechas, están insistiendo en el bulo de que todas las mujeres de todos los presidentes han gozado de un asistente durante su estancia en Moncloa. Y es un bulo decir eso si no se matiza que esos asistentes se dedicaron siempre a tareas de intendencia personal, organizar viajes, actos institucionales y cosas por el estilo. Pero Begoña Gómez es la primera, primera dama, que usa el personal de Moncloa para presionar a empresarios o a la Universidad Complutense para favorecer los negocios de su jefa. Vamos a recordar que los españoles pagamos a los altos cargos de Moncloa para que trabajen por el interés general, no para que satisfagan el ánimo de lucro de la mujer del presidente. Por eso está imputada.

Pero hay más novedades en la agenda judicial del día: el magistrado Leopoldo Puente del Tribunal Supremo que investiga el caso Ábalos acaba de pedir un informe patrimonial del exministro de Fomento. Esto va a ser muy útil porque algunos ya nos habíamos perdido con la voracidad inmobiliaria de don José Luis y de sus amigos o amigas, entre el chalé gaditano, el piso de lujo de la Castellana, el pisito de Jessica y lo que falta por saber. Porque el juez ha citado a declarar como testigo a la propia Jessica, que debe de conocer bastante de cerca al bueno de Ábalos, que va el 18 a declarar.

Así que las investigaciones judiciales siguen avanzando y cercando al Gobierno y a la familia de Pedro. Todas las encuestas registran ese desgaste, y la mejor garantía de que las encuestas son de fiar es que a Pedro ni se le ocurre adelantar elecciones a pesar de vivir sometido al chantaje diario de Puigdemont. La paradoja es que, con el viento demoscópico a favor, la oposición también tiene problemas. Los ha tenido el PP con el disputado voto al decreto minibús. Y los está teniendo Vox, al que le acaba de dimitir Juan García Gallardo alegando discrepancias con Santiago Abascal.

Se supone que Vox disfruta del impulso de la ola trumpista, y debería estar en condiciones incluso de acercarse más al PP. Pero el estilo vertical y centralizado con que Abascal y su reducida cúpula dirige el partido ha ido dejando cadáveres por el camino tan señeros como Macarena Olona, Iván Espinosa, Rocío Monasterio y ahora Gallardo. La salida de los gobiernos autonómicos con el pretexto de los menas no fue entendida por los cuadros regionales. La decisión la tomó el jefe a solas obedeciendo una estrategia extranjera: la de Orban (que además le financia el partido), Le Pen y compañía. Estos le han dicho a Vox que su enemigo real no son los progres sino el centroderecha tradicional. Pero la sociología española no es como la francesa ni como la italiana ni como la húngara: la inmensa mayoría de los votantes de Vox quiere echar a Sánchez y entenderse con el PP, que encabeza a mucha distancia la oposición. Si una minoría fanática se impone a este sentir mayoritario, Vox podría perder la ventaja que le ha dado la victoria de Trump".

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