"Por fortuna todavía vivimos en un país donde la fiabilidad de la prueba es más importante que el tamaño de la pancarta a la hora de condenar o exculpar a un ciudadano"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del viernes 28 de marzo

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Dani Alves es inocente. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y en concreto una sala formada por tres mujeres (entre ellas la ponente) y un hombre, ha revocado por unanimidad la sentencia que condenó al exjugador del Barcelona a 4 años y 6 meses de prisión por la agresión sexual a una joven en una discoteca en diciembre de 2022. La decisión del tribunal ha sido notificada este viernes y reprocha a la denunciante la “falta de fiabilidad de su testimonio” y “las insuficiencias probatorias” para justificar una condena. Quienes condenaron al futbolista, argumenta el Tribunal Superior, se basaron en el concepto de “credibilidad”, que no es un concepto jurídico objetivo sino una percepción moral subjetiva. Pero para encerrar a un ciudadano, aunque sea varón y rico y famoso, hace falta algo más que la impresión de que la mujer que lo denuncia parece sincera. Hacen falta pruebas fiables.

Ojo, el tribunal no dice que Alves sea un santo varón, y tampoco desmiente que pudiera propasarse aquella noche en aquel baño de discoteca con aquella mujer. Se limita a recordar que una violación es algo muy serio. Y que en un Estado de derecho rige la presunción de inocencia y lo que ha de probarse es la culpabilidad. Y en el caso de Alves, los jueces afirman que no hay pruebas suficientemente fundadas para arrebatarle su libertad.

El problema es que a Alves ya se la arrebataron. Lo mantuvieron año y medio en prisión provisional mientras las tertulias de la tele se llenaban de juristas sobrevenidos y feministas vigilantes que al parecer ya sabían que Alves era culpable. Ahora un tribunal de verdad, no de la tele, ha dictado sentencia. Y te recuerdo que la sala está formada por tres mujeres y un hombre, y que la ponente de la sentencia es una mujer. Por fortuna todavía vivimos en un país donde el género de los jueces importa menos que su rigor jurídico. Y por fortuna todavía vivimos en un país donde la fiabilidad de la prueba es más importante que el tamaño de la pancarta a la hora de condenar o exculpar a un ciudadano.

Ojo, el tribunal no dice que Alves sea un santo varón"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Y ahora quién resarce a Alves de la cárcel, de los contratos perdidos, de una carrera arruinada. La carrera por cierto del futbolistas más laureado de la historia del fútbol mundial solo por detrás de Leo Messi: 43 títulos el brasileño, 46 el argentino. Alves estaba convencido de su inocencia y ha ido hasta el final. Cuando saltó la denuncia, algunos dijeron que no le pasaría nada porque la justicia no es igual para todos y los ricos nunca pagan. Cuando lo metieron en la cárcel, esas mismas voces dijeron que lo sacarían rápido y que todo quedaría en nada. Cuando empezó a cumplir meses en el trullo y a convertirse en el gran apestado del deporte mundial, dijeron que poco les parecía para lo que había hecho. Y cuando le concedieron la libertad condicional, dijeron que había riesgo de fuga, aunque Alves se presentó obedientemente en el juzgado cada vez que fue requerido.

Repito: nada de esto rehabilita al ciudadano Alves como ejemplo ético. Y además cabe recurso de casación ante el Supremo, que podría llegar incluso a repetir el juicio si aprecia defectos de forma.

Pero hasta que hable el Supremo, la moraleja es obvia: por fortuna, en las democracias no basta blandir el “hermana, yo sí te creo” para meter a nadie en la cárcel. Y por fortuna, exhibir prejuicios contra personajes ricos y famosos no convierte a nadie en juez ni en jurista. En esta sociedad de opiniones automáticas y frívolas, ocurre demasiado a menudo que no valoramos la presunción de inocencia hasta que no van a por la nuestra".

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