"Recordemos lo obvio: en democracia el rechazo a un político, el que sea, se expresa con la palabra y con el voto"

Y añade el comunicador que  "se equivocan gravemente los portavoces del Gobierno -oficiales y oficiosos- que intentan presentar a Pedro Sánchez como una víctima"

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Se equivocan gravemente los portavoces del Gobierno -los oficiales y los oficiosos- que en estos momentos intentan presentar a Pedro Sánchez como una víctima: primero de la Casa Real y después de la extrema derecha. Porque este es el ridículo, ofensivo relato que Moncloa ha puesto en circulación para paliar el salvaje episodio de desafección vivido por Sánchez en Paiporta. Y para paliar también el humillante contraste entre la huida del presidente y el coraje del Rey y de la Reina, que quisieron estar donde Sánchez no quería estar, y que se quedaron a dar la cara cuando estalló el legítimo cabreo del vecindario devastado. En Paiporta no hubo ningún atentado nazi planificado y frustrado por la seguridad del presidente, por Dios: hubo un estallido de rabia protagonizado por hombres, mujeres y jóvenes de un pueblo obrero que lo han perdido todo. Y en ese trance ingrato de afrontar la indignación ciudadana hay quien se queda y escucha, sostenido por su talla moral, y hay quien huye porque hace tiempo que desistió de comunicarse con su pueblo si no es mediante una pantalla de plasma.

Recordemos lo obvio: en democracia el rechazo a un político, el que sea, se expresa con la palabra y con el voto. Punto. Sin peros, sin adversativas. El monopolio de la violencia corresponde a la policía. Y no hay justificación posible para el escrache violento, por mucho que la izquierda post15-M que justificaba los escraches contra políticos de derechas hoy se lleven hipócritamente las manos a la cabeza porque este conato de populismo y de antipolítica se dirige ahora contra su Pedro. El mismo Pedro que se fue a la India, aterrizó para asaltar Radio Televisión Española por decreto urgente la mañana siguiente a la dana y evitó durante días ofrecer la ayuda que solo él puede y debe facilitar, con tal de perjudicar a un rival político. Se le vio el plumero en la torpe comparecencia del sábado, cuando soltó esta frase de la vergüenza:

Al oír esta frase cualquiera advierte la estrategia. La gente adivinó el cálculo dilatorio mientras se ahogaban familiares y se enfadó, claro. También con Mazón, por sus errores de previsión y su incapacidad para afrontar un drama que le desbordaba desde el primer minuto, pero al menos Mazón se quedó a encajar el barro. Y a esta hora Sánchez sigue sin declarar ni el estado de alarma ni la emergencia nacional.

Decía Felipe González que gobernar consiste básicamente en hacerse cargo del estado de ánimo de la gente. El Rey de una monarquía parlamentaria no gobierna, pero ayer en Paiporta fue la única autoridad que supo hacerse cargo del estado de ánimo de la gente. Y ya ha anunciado que piensa regresar a la zona afectada para seguir escuchando y acompañando a las víctimas. Eso es el liderazgo. El liderazgo no es un photocall, no va de fotografiarse con jefes de Gobierno en cumbres glamurosas. El liderazgo se prueba en la desgracia. Se demuestra cuando toca tomar decisiones difíciles sin hacer cálculos electorales y narrativos. Ojalá el motín de Paiporta signifique un aldabonazo, un punto de inflexión que se lleve por delante las estrategias cainitas y ponga en su lugar el acuerdo de Estado para cerrar la peligrosa brecha social que se está abriendo. Ojalá.

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