Marta Ruiz: "Los expertos creen que antes que la eutanasia están los cuidados paliativos"
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La eutanasia ha vuelto al debate. Y lo ha hecho por la historia de María José Carrasco, la mujer de 62 años, enferma terminal de esclerosis múltiple que tras 30 años de enfermedad fallecía con la ayuda de su marido, Ángel. Creo que para abordar esta cuestión hay que dejar fuera el juicio a los protagonistas de esta realidad, yo desde luego no me siento capaz, y también creo que es un error hacer política o campaña con una cuestión tan compleja, que nos lleva a realidades muy diversas y que a pocos deja libres de caer en contradicciones éticas y morales.
Dicho esto la eutanasia está penada con hasta 10 años de cárcel pero hay atenuantes. El PSOE no consiguió sacar adelante la despenalización, no contó con el apoyo parlamentario. Más allá del debate jurídico está el debate ético en el que los médicos siempre han alzado la voz. Desde la Organización Médica Colegial recuerdan, como es lógico, que por principios ellos nunca se podrían poner del lado de un desenlace mortal pero recuerdan que antes de hablar de eutanasia habría que hablar de cuidados paliativos, de cuidados que lleguen de verdad a todos los que lo necesitan: al menos 75.000 personas mueren al año sin recibirlas y 100 al día se quedan sin ayuda a la dependencia. Son cifras que daba a COPE Marcos Gómez, precursor de los cuidados paliativos en España: "Lo que las personas quieren es vivir y con ese dolor intenso permanente no lo hacen. Con unos buenos cuidados paliativos la demanda de eutanasia bajaría a niveles anecdóticos".
Los expertos creen que antes de abrir este debate habría que abrir otros. Para los obispos la muerte provocada no es solución, lo ha dicho el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Argüello.
Por otro lado, en el Reino Unido, sigue el lío del Brexit, el tira y afloja de la primera ministra con las autoridades europeas para que le den más tiempo para la desconexión que a día de hoy sería el 12 de abril. May quiere que se le dé más tiempo sin que el Parlamento británico apruebe acuerdo alguno. Más allá del espectáculo que está dando la política británica, Europa se juega mucho porque esta crisis alimenta los populismos.