Marta Ruiz: “ETA ya no mata, pero hay más de 300 asesinatos sin resolver”
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Tal día como hoy hace diez años ETA segaba la vida de dos jóvenes guardias civiles en Calviá, Mallorca. Carlos Sáenz, de 28 años y Diego Salvá, de 27 morían al estallar la bomba lapa que ETA había colocado en los bajos del coche patrulla. No llevaban ni un año de servicio. Los etarras acabaron con su vida y la de sus familias como contaba esta mañana en Herrera en Cope el padre de Diego: “A las tres en punto me llamó el médico de la Guardia Civil y me dijo que era mi hijo. Mi vida cambió radicalmente”.
En seguida vamos a ir hasta Calviá donde se ha recordado a estos dos jóvenes guardias civiles asesinados por el odio y la intransigencia. Este fue el último atentado de ETA. Es a día de hoy un caso sin resolver. Los responsables no han pagado por ello, como pasa con otros 300 asesinatos etarras. Por eso quien quiera hacer borrón y cuenta nueva se equivoca, porque ETA no mata pero porque no puede, ni tampoco se arrepiente de lo hecho, porque no hay colaboración con la justicia, y porque su brazo político, Bildu, sigue organizando homenajes a etarras allí donde gobierna.
Recordamos esos casos pendientes de ETA con la justicia y la necesidad de no bajar la guardia en la batalla del relato, que es en lo que estamos ahora con la intención de algunos de hacer borrón y cuenta nueva, de correr un tupido velo.
Y a pocas horas de una nueva operación salida de vacaciones de verano atento a esta cifra, una de cada tres sentencias que llegan a los tribunales tiene que ver con la seguridad vial, por delitos cometidos al volante. Todavía en el recuerdo el brutal accidente de la semana pasada en Salamanca en el que murieron cuatro jóvenes de entre 17 y 20 años. El conductor, de 29 años, que ha sobrevivido, dio positivo en alcohol y drogas, además era reincidente.