Pilar García Muñiz: "Lo dijo el General Marshall, el único medio de vencer en una guerra, es evitarla"

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Se cumple un mes de la invasión rusa en Ucrania, un mes desde que Putin decidió pasar de la amenaza a la acción, saltándose toda la legalidad vigente y poniendo patas arriba el tablero del orden mundial.

Ucrania y Rusia, un país con 255 mil soldados en activo, frente a otro con más de un millón cien mil unas seis veces más. David contra Goliath, pero resulta que el paseo militar que esperaba Moscú, esa guerra relámpago, no lo está siendo porque los ucranianos están resistiendo con todas sus fuerzas, pero también con un coste altísimo, porque cada día que pasa el daño es mayor.

Las tropas rusas están provocando una devastación por todo el país. Ante la imposibilidad de hacerse con las ciudades más importantes, están usando todo su potencial destructivo con ataques brutales como los que han tenido lugar en Mariúpol, convertida ya en todo un símbolo de resistencia, una ciudad asediada, sometida a continuos bombardeos, donde no hay luz, ni agua, ni calefacción; donde para depositar a los muertos se han tenido que cavar fosas comunes en las calles, las mismas en las que se libran también combates cuerpo a cuerpo.

Nadie sabe cuándo puede terminar esta guerra, cuánto más pueden resistir los ucranianos. Pero lo cierto es que en este momento no hay grandes avances, con las tropas rusas estancadas y dicen que tocadas también moralmente.

Ante esta situación, Rusia podría estar reorganizándose para lanzar en breve operaciones ofensivas a gran escala, en las que la inteligencia británica y estadouindense no descartan que Putin utilice armas químicas, unas armas prohibidas que desde Ucrania aseguran que los rusos ya están empleando.

Hoy, por cierto, hay reunión urgente de la OTAN en Bruselas para analizar la situación actual. Ya se sabe que van a doblar su presencia en Bulgaria, Hungría, Rumanía y Eslovaquia, y enviarán equipos de protección ante, precisamente, posibles ataques con armas químicas o nucleares. Si esto ocurriera, cambiaría la naturaleza del conflicto ha dicho Jonh Stoltenberg, el secretario general de la Alianza.

Un mes ya de guerra, que por otro lado ha conseguido el despertar de Occidente, que EEUU rompiera su unilateralismo y que una desilachada Unión Europea se cohesionara y respondiera de manera conjunto y contundente, mandando armas a Ucrania y con duras sanciones que están asfixiando la economía de Rusia.

Pero no solo Moscú paga las consecuencias económicas de esta guerra. Este conflicto también ha puesto de manifiesto la enorme dependencia europea del gas ruso, y ha provocado una gran crisis energética con el precio del gas por las nubes y lo mismo con los carburantes.

Fíjate, el barril de Brent, el de referencia en Europa, estaba en 98 dólares el pasado 24 de febrero, el día en el que comenzó la guerra. Hoy, un mes después, está a 123.

Las consecuencias las pagamos todos, pero la peor parte sin duda se la están llevando ellos los ucranianos que resisten bajo los ataques y que muy a su pesar, están protagonizando el éxodo más rápido de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial: tres millones y medio de personas han salido ya del país y más de seis millones se han tenido que desplazar por Ucrania huyendo de las bombas.

Visto los visto; me quedo con esta frase del General de Estados Unidos, George Marshall: “El único medio de vencer en una guerra es evitarla”.