Así es la labor de la Pastoral Penitenciaria: "Cristo está encarnado en cada persona privada de libertad"
160 capellanes y más de 2100 voluntarios atienden las necesidades espirituales, humanas y también materiales de las personas privadas de libertad en nuestro país
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Estamos celebrando la Semana de la Pastoral Penitenciaria coincidiendo con la celebración, el próximo 24 de septiembre, de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los cautivos, de las cárceles y de las instituciones penitenciarias.
Y es que la Iglesia está muy presente en las cárceles en nuestro país. No se limita a celebrar misas los domingos o a administrar los sacramentos. La Iglesia también apoya a los más necesitados a través de Cáritas, ayuda en los países en desarrollo con Manos Unidas, hace todo tipo de acompañamientos a los mayores, a las personas con discapacidad... También está al frente de escuelas, hospitales... ¡incluso tiene una pastoral específica para los circos y las ferias!... Así que... ¿cómo no iba a estar presente en las cárceles?
Una presencia que tiene mucho que ver con el Evangelio: "Es un encargo explícito que Jesús hace a sus discípulos y, desde ellos, a toda la Iglesia. Y, por tanto, la Iglesia debe estar atendiento a Cristo Jesús encarcelado, que sufre también esa Pasión en la cárcel, y que está identificado y encarnado en cada persona privada de libertad, en cada preso y en cada presa", explica el padre Pedro Fernández, religioso trinitario que lleva 42 años como capellán de la cárcel. Ha pasado por las cárceles de Carabanchel, Algeciras, Sevilla y, en dos etapas, por Alhaurín de la Torre, en Málaga, donde se encuentra ahora como capellán del Centro Penitenciario Málaga I, que alberga a más de 1.100 personas privadas de libertad.
El padre Pedro afirma que entre los más de mil internos del centro encuentra mucha sed de Dios: "Cuando una persona se encuentra desvalida, en la pobreza, en la carencia, en la necesidad... cuando realmente no tienes esas apoyaturas humanas, económicas, familiares, etc. es donde viene un retomar de lo más profundo del ser, de la persona, para descubrir a Dios, para descubrir a Cristo".
Junto a los 2.132 voluntarios con los que cuenta la Pastoral Penitenciaria en nuestro país, los sacerdotes ofrecen atención humana y espiritual a los encarcelados, como si fuera una parroquia: "Tenemos que tener en cuenta que estamos atendiendo a unas personas en una situación muy concreta. Por lo tanto, nuestra misión es evangelizar. Primero, desde la dimensión humana, que ellos descubran cuánto han perdido en su vida de experiencias, de realidades humanas fuertes y maravillosas... esa parte humana es muy importante que ellos la descubran ahora en esta situación de prisión", señala el religioso trinitario.
La cárcel también es una oportunidad para conocer a Dios por primera vez o retomar una relación con Él que se fue perdiendo con el tiempo: "Nosotros estructuramos nuestra presencia con ellos a través de ir ayudándoles a que descubran la fe en Cristo Jesús, a través de la catequesis, la formación humana, la formación en valores... nos comprometemos a que ellos vayan recuperando aquellos valores que tuvieron y perdieron o que nunca han tenido", asegura el padre Pedro.
Pero la Pastoral Penitenciaria es mucho más que el crecimiento espiritual y humano de los presos. Algo que Mariola Ballester sabe muy bien. Ella es la delegada de Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Orihuela-Alicante, un voluntariado que comenzó hace casi 27 años: "Fue un poco por casualidad. Yo nunca me había planteado el ir a la prisión pero llegaron los mercedarios a mi parroquia para atender la prisión de Alicante y me enganché. Y a partir de ahí empecé a ir y llevo 27 años", recuerda.
"Los voluntarios vamos a la prisión a acompañar a los presos en todo ese proceso de internamiento. Lo hacemos a través de talleres, participando en las misas con ellos, de celebrar la Navidad... a lo largo de todo el año vamos haciendo de manera semanal ese acompañamiento a los internos", explica Mariola.
Se produce una relación de cercanía entre los internos y los voluntarios: "Es una relación cercana a todos los niveles. Con el voluntario no hay nada que los separe. No hay ningún cristal, no hay una sala de vis a vis específica, por lo que te relacionas con el interno en su hábitat natural: en su módulo, en la escuela...", concluye la voluntaria de Pastoral Penitenciaria.