Eduardo, víctima de la ludopatía: “Sólo pensaba en jugar, jugar y, después, jugar”

La adicción al juego afecta a más de medio millón de personas en España

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Eduardo, víctima de la ludopatía: “Sólo pensaba en jugar, jugar y, después, jugar”

Redacción Mediodía

Publicado el - Actualizado

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La ludopatía es un problema que afecta a 680.000 personas en España de entre 15 y 65 años. Una adicción y una enfermedad a la que ahora, además, se suma el avance de las tecnologías y lo fácil que es acceder a ellas, concretamente para jugar.

Un dato escalofíante es que juego con dinero de manera online, es ya la principal causa de ludopatía entre los menores de 26 años.

Hace unas fechas conocíamos la sentencia de la Audiencia Provincial de Murcia condenando a dos salones de juegos y apuestas de Alcantarilla, a indemnizar con 6.000 euros a un joven ludópata de 25 años por no impedirle el acceso a estos locales, pese a estar incluido en el listado de jugadores auto-prohibidos del Servicio del Juego de la Agencia Tributaria. Un registro, para los que no lo sepan, que impide el acceso de las personas inscritas en él, a cualquier casas de juegos y apuestas, incluso a los operadores de juego online. El joven ha recibido una indeminzación de 6.000 pero se gastó pero nada de los 18.000 en 10 meses.

En cuanto al listado de jugadores auto-prohibidos, su funcionamiento es sencillo y muy eficaz. La persona que sólo tiene que rellenar un formulario e inmediatamente le prohíben la entrada a cualquier establecimiento de juego. Esto no es una decisión sin retorno, se puede cancelar trascurridos 6 meses desde que se realizó esta inscripción.

En España, cada vez más personas se inscriben en esta lista de jugadores auto-prohibidos. En total hay 64.000 personas apuntadas y en 2021 las inscripciones subieron un 14% respecto al año anterior.

Es el caso de Eduardo. Su pesadilla comenzó cuando estaba en la Universidad, salía de fiesta e iba a bares con sus compañeros, algo habitual para su edad. Con el tiempo la situaciñon fue a peor y Eduardo entró en depresión tras el divorcio con su mujer. Esto, a priori una desgracia, cambió su vida.

“En un principio pues bueno, te has dejado cinco euros, diez euros, veinte euros. Pues no pasa nada. Pero cada vez empiezas a jugar más y luego yo llegué a jugar a cantidades que eran casi una salvaja, ponte que ganaba 2.000 euros al mes, pero llegaba a mover, por estracto de tarjeta, unos 25.000 euros al mes”, explica Eduardo.

A tal puento llegaba la adicción de Eduardo, que su banco le llamó por miedo a que tuviera porblemas con Hacienda de la cantidad de dinero que movía.

Fue gracias a sus padres y a la Asociación Terapéutica del Juego, cuando la vida de Eduardo pudo empezar a cambiar. Nos cuenta que una de las cosas que le prohibieron fue ver partido de fútbol para evitar las apuestas. A día de hoy, completamente rehabilitado, sigue sin ver muchos.

“Te prohíben incialmentever deportes. Yo soy socio del Madrid y hace mucho que no veo partidos. Desde que estoy rehabilitado podría ver los que quisiera y en el fondo no se si habré visto como mucho tres partidos”.

Otra de las víctimas de la ludopatía se llama Chema. Él comenzó jugando a los cromos con 6 años, algo que hacen miles de niños y que en principio es algo muy normal en los pequeños, pero que en su caso, lo que parecía algo inocente se convirtió en un gran problema.

Chema tiene ahora 49 años, y aunque acudió a especialistas buscando ayuda, cuenta que la enfermedad siempre está ahí.

“Cuando una persona es jugadora lo es para toda la vida y descubres que hay una vida muy diferente a la vida que llevaba. Aquel tipo de vida, la que tú sabías llevar, no te hacía nada feliz”, confiesa.

Superar la ludopatía no es tarea fácil. Historias como la de Eduardo o Chema no son lo habitual. Hay miles de enfermos del juego que no están tratados. De los 680.000 ludópatas registrados, solo 14.000 reciben algún tipo de tratamiento. Pedir ayuda es el primer paso, hay más de 20 asociaciones de ayuda en nuestro país, pero requiere de un gran esfuerzo. Y lo más importante: acepta que se tiene un problema. Las familias son las primeras que detectan esta enfermedad.

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