"Nos miran hasta los armarios": así son los controles a los que se enfrenta una clínica estética
En 'Mediodía COPE' conocemos las medidas de higiene de estos locales tras conocer el caso de un centro en Madrid plagado de irregularidades
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Madrileño barrio de Usera. Un vecino llama a la polícia harto del ruido y de la música a niveles elevados, que provocaba el local comercial situado en el bajo de su edificio. Una peluquería, Pelo Indio, que hacía la convivencia insoportable para el resto de viviendas. Nada hacía sospechar que la denuncia de este vecino por el ruido acabaría por destapar un negocio de belleza plagado de irregularidades.
La sorpresa se la llevaron los agentes de la Policía Municipal cuando llegaron allí pensando que el ruido de la música y los secadores eran el problema.
Lo primero que les llamó la atención fue que el local funcionaba como peluquería y centro de estética, una especie de salón de belleza que sin embargo, tenía licencia de zapatería y tienda de ropa.
La segunda sorpresa se la encontraron cuando en uno de los habitáculos había una mujer venezolana que hacía manicuras, pedicuras y tratamientos de microblanding y micropigmentación (como cejas permanentes o perfilado de labios) sin titulación alguna y sin vacunas contra la hepatitis o el tétano. Lo más llamativo eran las condiciones higiénicas del material que empleaban. Cuchillas o agujas sin esterilizar, que no era desechables y que se guardaban en botes de chicles.
El 'salón de los horrores', como se ha bautizado el caso, se completaba con pistolas de micropigmentación con tintas sin homologar, con tintes de pestañas que causaban quemaduras en párpados y con productos como cremas o geles -de orígen colombiano- y que contenían sustancias cancerígenas, prohibidas tanto por la agencia Española como la Europea del Medicamento. Hasta 1.467 productos se incautó la policía por incumplir algún tipo de normativa.
Controles estrictos
Afortunadamente, lo que se encontró la policía en ese centro no es lo habitual en las clínicas de estética de España. "Nosotros tenemos que usar siempre laboratorios españoles o europeos que han pasado los controles, e incluso antes de vender nos piden requisitos. La licencia de Sanidad, la doctora que va a hacer los tratamientos", cuenta María Celada, propietaria de una clínica estética en San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Se trata de un filtro previo que los profesionales agradecen. "Cuando el laboratorio pide esos requisistos es porque es muy fiable", asegura.
Uno de los grandes focos de posible infección son las agujas. María Celada destaca que "las agujas son desechables. Se ponen en contenedores amarillos, es un requisito de Sanidad, que luego se lo lleva la empresa de gestión de residuos", explica. "El 80% de nuestro material es desechable. El otro 20% se desinfecta con lejía o con alcohol de 96%, dependiendo del caso", expone.
Esta profesional asegura que Sanidad cada vez está más encima de las clínicas. "Nosotros acabamos de pasar un control. Nos miran hasta el último rincón de la clínica. Hasta los armarios para ver cómo estaban almacenados los productos", describe.
La clave para evitar clientes es, a juicio, pedir la documentación a la clínica. "Cuando alguien quiera hacerse un tratamiento, lo primero, la titulación del doctor. La licencia de Sanidad y el nombre de los productos que se van a poner porque hay tantísimos que es bueno saber cuál es, por si nos da una reacción", ha manifestado.