La historia oculta del Rosario de la 'Sociedad de la Nieve', triunfadora en los Goya: "Dios era el copiloto"
Carlos Páez, el superviviente más joven del accidente de Los Andes, le cuenta a Pilar García Muñiz su historia de superación y de fe
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este fin de semana se han celebrado los premios Goya y sin duda la gran triunfadora de la noche fue la película de Juan Antonio Bayona, 'La Sociedad de la Nieve'. Doce goyas de trece nominaciones posibles, incluidos los premios de Mejor Película y Mejor Dirección. Una película que trata sobre aquel accidente aéreo que tuvo lugar en los Andes en 1972.
De los 16 supervivientes de aquella tragedia, el más joven de todos era Carlos Páez. Tenía 18 años cuando el avión se estrelló en los Andes. Cumplió los 19 en aquella cordillera. Sus padres nunca perdieron la esperanza de que Carlos volviera a casa. Durante aquellos 72 días convencieron a las autoridades uruguayas para que continuaran la búsqueda y además no pararon de rezar. Era una familia muy creyente.
De hecho en la montaña, Carlos era el que dirigía las oraciones y lo hacía con un rosario que él llevaba en su mochila. Es lo que nos ha contado en 'Mediodía COPE': “El rosario estaba todo enredado y después me entretuve mucho tiempo en los Andes arreglando el rosario que mi madre me había dado. Añade que “fue fundamental el rosario porque cuando lo rezaban era un momento de unidad, de cercanía con Dios, de no pensar en otra cosa. Mi madre escribió un libro llamado 'El Rosario de los Andes', era realmente un momento de unidad”.
La oración y la reflexión, la fuerza para salir adelante
Cuando quedaron aislados en mitad de los Andes, la oración y la reflexión fueron fundamentales: “Un mes antes del accidente, había escuchado un sermón de un cura que había dicho que donde haya varias personas reunidas rezando por algo, en su nombre, él les concedería lo que quisieran”.
Carlos, tal y como nos cuenta, se agarró a ese sermón como si de una tabla de salvamento se tratase y condujo el rosario a lo largo de los 72 días. Además, tuvo que aprender a rezarlo con ayuda del resto de sus compañeros: “El 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción, lo rezamos varias veces y al final quedó algún que otro misterio sin rezar, se nos hizo muy largo”.
Carlos Páez nos habla del encuentro con Dios en aquel lugar inhóspito en el que se encontraban: “Creo que Dios nos dio una mano pero nosotros pusimos el resto. Me encantaba el titular de la prensa chilena que decía que Dios era el copiloto. Fue parte de la historia. Solamente rezando de la cordillera no se sale. Eso te lo puedo decir con propiedad porque yo fui el que más rezó en la cordillera. Dios era algo tangible en la cordillera además cada vez que nos la creíamos nos pegaba un garrotazo como diciendo es por el lado de abajo, por el lado de la humildad”.
Carlos Páez siempre ha sido muy devoto de la Virgen de Fátima. Explica que después del accidente ha visitado muchas veces el Santuario: “Fue una pieza fundamental, cuando alguien no tiene nada te tienes que agarrar de algo y nosotros nos agarramos de Dios y yo sobretodo de la Virgen”. “Yo soy muy Mariano, sobre todo de la Virgen de Fátima, y es más, en el momento del accidente, empecé rezando un padre nuestro y pensé que era demasiado largo, y acabé rezando el Gloria, que es el la más corta que tenemos los católicos, pensé voy a quedar muy mal con Dios porque es muy cortita y opté por el Ave María pensando que mataba dos pájaros de un tiro, así quedo bien con Dios y con la Virgen que es la que tiene más rating de todo el santoral. Todo eso lo pensé en milésimas de segundo cuando el avión se cayó”.
Si hay un instante clave en esos 72 días que permanecieron en la cordillera ese fue el momento en el que Nando Parrado, Roberto Canessa y Antonio José Tintín empiezan esa marcha en dirección a Chile. Una travesía que sólo terminan dos Nando y Roberto, porque Antonio José se da la vuelta y que supone que finalmente os puedan rescatar. Carlos Páez explica la conversación que mantuvo con ellos cuando salieron del lugar del accidente: “Nando camina veinte metros y vuelve para atrás y me dice Carlitos antes de irme quiero darle un beso a la cruz de tu rosario y a cambio me entregó una zapatilla que había comprado para su sobrino y me prometió que iba a volver pero que si no sucedía daba permiso para disponer de su madre y de su hermana para alimentarse. Parrado nos dio una autorización innecesaria de alimentarnos de lo más sagrado que él tenía que eran su madre y su hermana”.
La escena del rescate: "Se refleja perfectamente bien"
Una de las escenas más famosas de la pelicula 'La Sociedad de la Nieve' es la del rescate, cuando los helicópteros aparecen por la montaña. Precisamente de ese instante nos ha hablado Carlos Páez: ”Se refleja perfectamente bien porque fue el momento de mayor felicidad que nosotros tuvimos. Una persona muy amiga mía y muy querida me dijo lo bueno que ha sido que haya tenido un Bayona en mi vida. Lo que ha hecho es una cosa maravillosa. Nuestra historia es una historia de lucha contra el “no”. Primero el accidente, recibir la noticia de que no te buscan más, tomar la decisión de alimentarte de tus compañeros muertos, la avalancha que creímos que era una puñalada de Dios por la espalda. También encontramos las radios y no las pudimos hacer funcionar. Lo permanente en nuestra historia fue el “no”, tal fue el “no” que muchos estudios de Hollywood le tuvieron que quitar escenas a la película porque no eran creíbles. Creo que es un aprendizaje de que la lucha es por el lado de la humildad. Esta historia tiene estudios, editoriales, 26 libros escritos, 9 documentales, tres películas hechas pero el vinculo con la sociedad fue a través de un hombre de campo, un hombre humilde que estaba pastando con su ganado. Creo que eso es un mensaje muy muy poderoso”.
'La sociedad de la nieve', un filme repleto de guiños y cameos
La película de la 'Sociedad de la Nieve' está llena de guiños a la historia real y de cameos. De hecho, el propio Carlos Páez hace de su padre y se abraza con el actor que hace de él. Nos explica como fue realmente ese abrazo: “A mi no me impresionó tanto como le impresionó a él. Yo muchas veces estuve dos meses sin verlo de viaje o lo que fuera... Yo sabía que lo lógico es que él estuviera vivo pero obviamente para él fue como encontrarse con Lázaro, con alguien que viene de la muerte. Imagínate lo que fue el abrazo con mi madre por más que ella tenía fe y para ella yo no me había muerto ni nada para ella fue una cosa alucinante. Yo lo tomaba como un hecho bastante natural honestamente”.