Conoce en un pueblo de Teruel a un francés y un inglés y lo que le enseñan hace que se quede: "Viaje obligatorio"
Según Pedro Madera, pertenece al "triángulo mágico" de la sierra de Gúdar y Javalambre porque tiene "buen zampe, buen deporte y algo de cultura"

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce con el experto en viajes y gastronomía, Pedro Madera, la ruta para disfrutar de los mejores paisajes que deja la primavera por España
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Hay lugares en el mapa que uno no planea visitar, pero que terminan por robarte el corazón. Eso es lo que le ocurrió a Pedro Madera, experto en viajes y gastronomía, cuando llegó a Mora de Rubielos, un pueblo escondido en la sierra de Gúdar y Javalambre, en la provincia de Teruel, y se topó con algo más que naturaleza y buena mesa: encontró una comunidad viva, diversa y acogedora. "Llegué por un restaurante que no tenía estrella Michelín pero que la merecía. Me encontré con un francés que dejó su taller en París y un inglés que organiza rutas en bicicleta. Y me quedé dos días", contaba entre risas en el programa Poniendo las Calles de la Cadena COPE.
Mora de Rubielos forma parte de lo que Madera llama el “triángulo mágico” de esta sierra turolense, junto a otros pueblos como Cabra de Mora o Rubielos de Mora. Un enclave que, como él dice, “tiene de todo: buen zampe, buen deporte y algo de cultura”. No hace falta más para convertir una escapada en una experiencia completa.

Iglesia y arquitectura de Mora de Rubielos, Teruel
Y es que la primavera en Teruel está desbordante. "Está tan verde como Irlanda, pero con bares y vacas", resumía Madera mientras describía los paisajes que atraviesa la ruta. Este año, el campo está “verde reventón”, lleno de flores, viñedos y una luz que convierte cada curva en una postal. “Es una lección de naturaleza”, afirmaba. La zona, conocida por el esquí en invierno y la trufa en temporada, se revela ahora como un destino perfecto para los amantes del turismo tranquilo y auténtico.
Gastronomía, historia y vida rural
Pero en Mora de Rubielos no solo se disfruta de los paisajes. Se pasea por calles estrechas, se alza la vista hacia el imponente castillo de los Heredia, del siglo XIV, y se toma el vermú a la salida de misa junto a la colegiata de Santa María, donde también hay tiempo para comprar pan en la panadería del pueblo. Todo, como lo describe Pedro, "con ese aire de segunda residencia de antiguos agricultores que ahora están rehabilitando casas con muchísimo encanto".
Además, esta localidad está siendo revitalizada gracias a la llegada de nuevos pobladores que apuestan por el trabajo artesanal. "Ese francés que conocí, que hace marcos de cuadros, se trajo a su familia y montó un taller. Está dinamizando la economía local y manteniendo vivo el pueblo", contaba Madera. Y no está solo. Iniciativas como estas son cada vez más comunes en zonas rurales, impulsadas por la necesidad de repoblar la España vaciada con proyectos reales y sostenibles.
El triángulo mágico
Mora de Rubielos no es solo un pueblo bonito. Es un lugar donde se respira historia, se saborean productos locales como las longanizas, las aceitunas machacadas y el jamón, y donde se pueden vivir experiencias únicas como la jornada de la trufa o un paseo en bici entre montañas. "Cuando lo ves desde la carretera, con esa silueta del castillo en lo alto, te das cuenta de que ahí hay algo especial", concluía el experto viajero.

Calles de Mora de Rubielos
Pedro Madera lo deja claro: “Mora significa tierra fértil, y eso es exactamente lo que es. No solo por sus campos, sino por su gente, su cultura y su capacidad para enamorar al visitante”. Si estás buscando un destino diferente, auténtico y con alma, esta primavera hay un viaje obligatorio en el mapa: el corazón verde de Teruel.