La oración que recomendó el Papa Francisco a una vecina de un pueblo de Ávila para rezar: "Desde hace 40 años"
Un día en el que Lucía Jiménez coincidió con el Santo Padre, mencionó el "buen humor" que tiene y este le desveló el secreto que explica esta característica
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El Papa Francisco es conocido por su cercanía, su sencillez y su buen humor. Pero, ¿cuál es el secreto que explica esta actitud? La respuesta la dio él mismo a Lydia Jiménez, directora general del Instituto Secular Cruzadas de Santa María, cuando le confesó que, desde hace cuatro décadas, reza a diario la oración de Santo Tomás Moro.
Un encuentro con el Papa Francisco
La historia se remonta a hace varios años, cuando Lydia Jiménez coincidió con el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, quien se alojó en una casa de su instituto mientras impartía unos ejercicios espirituales a los obispos españoles. Aunque en ese momento Bergoglio era un hombre de trato más serio y reservado, su relación con Jiménez se fue estrechando con los años, hasta el punto de que, ya convertido en Pontífice, se ha interesado en varias ocasiones por la labor del instituto.
En una de esas conversaciones, Jiménez destacó el buen humor del Santo Padre. “¡Qué buen humor tiene siempre, Santo Padre!”, le comentó. Francisco respondió con una sonrisa y le reveló su secreto: “Desde hace 40 años rezo todos los días la oración a Santo Tomás Moro”.
Desde hace 40 años rezo todos los días la oración a Santo Tomás Moro”
En un encuentro con Lydia Jiménez, directora general del Instituto Secular Cruzadas de Santa María
La oración de Santo Tomás Moro es una súplica para pedir buen humor y alegría en la vida diaria. Tomás Moro, conocido por su integridad y valentía hasta el momento de su martirio, es un referente para muchos cristianos.
Un reconocimiento al compromiso con la Iglesia
Lydia Jiménez ha dedicado su vida a la educación y a la formación cristiana, siguiendo la estela del padre Tomás Morales, con quien fundó el Instituto Secular Cruzadas de Santa María en 1965. Su trayectoria ha sido reconocida recientemente con la concesión de la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, la máxima distinción que la Iglesia otorga a un laico.
El Papa Francisco se reúne con los peregrinos italianos del Camino de Santiago atendidos por la organización Don Guanella en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano
“Cuando me llamó el obispo de Ávila para decirme que el Santo Padre me había concedido la Cruz, no podía creerlo. Fue una sorpresa enorme, un gran honor y, al mismo tiempo, una responsabilidad”, confesó Jiménez.
El Instituto Secular Cruzadas de Santa María, con presencia en 12 países y más de 250 consagradas, tiene una misión clara: vivir la fe en el mundo sin abandonar las profesiones seculares. Su compromiso con la formación cristiana ha sido fundamental en diferentes ámbitos, especialmente en la educación y en la promoción de la dignidad humana.
El Papa Francisco durante su audiencia general semanal en el Aula Pablo VI del Vaticano
Además de su labor pastoral, Jiménez ha mostrado una preocupación especial por la salud mental de los jóvenes. “Me preocupa mucho cuando la solución inmediata es solo clínica. Los jóvenes necesitan hablar, ser motivados y sentir que creemos en ellos”, explicó.
La historia de Lydia Jiménez y su relación con el Papa Francisco es un testimonio del impacto que la fe puede tener en la vida de las personas. Como dijo Santo Tomás Moro antes de su martirio, con el humor que le caracterizaba: “Un momento, que quiero colocarme bien la corbata”. Un mensaje que resuena en la oración diaria del Papa y en la vida de quienes, como Jiménez, han hecho de la fe y el servicio su vocación.