Situaciones límite en Urgencias: “El paciente se me abalanzó y tuve que escapar de la consulta”
Un médico de Urgencias lamenta que “raro es el mes” que no hay insultos, amenazas, coacciones o vejaciones en su servicio
Madrid - Publicado el - Actualizado
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José Ferrandis es un médico de Urgencias que trabaja en Las Palmas. Su colectivo, el de los médicos, fue víctima en 2018 de 490 agresiones. En su caso, no ha sufrido agresiones físicas pero sí ha estado cerca en dos ocasiones. Confiesa que los insultos, las amenazas, las coacciones y las vejaciones están al orden del día: “Raro es el mes que no ocurre”. Y, en un contexto así, “la situación se desborda con muchísima facilidad.
Nos revela una de sus experiencias más desagradables. Un paciente del servicio de Urgencias en Atención Primaria, que no presentaba ninguna causa de emergencia y que tuvo que esperar cuarenta minutos a ser atendido, entró a la consulta de Ferrandis chillando y profiriendo insultos. “Me decía a gritos que ya estaba bien de tocarse ‘las narices’”. El médico intentó tranquilizarlo pero el paciente siguió elevando el tono hasta el punto que se abalanzó encima del doctor. Este tuvo que escapar de la consulta. El paciente lo persiguió por los pasillos y Ferrandis se refugió en el office, donde el personal sanitario tiene la comida, el agua y el baño.
“Me hacía gestos amenazantes: que me iba a cortar el cuello y a dar una paliza”, asevera el doctor. En ese momento estuvo “inspirado”, logró reconducir la situación y hacerle “poner los pies en el suelo”. Confiesa que dio por hecho que sería víctima de una agresión: “Vi muy claro que en ese momento me tocaba a mí, cuando ya les había tocado a otros compañeros. En este caso me libré pero soy la excepción”. El mismo paciente, cuando se calmó y recapacitó, le pidió perdón “diez veces”.
Ferrandis asegura que no todos los centros sanitarios tienen servicio de seguridad. En el suyo sí hay vigilante pero no se encontraba allí en ese momento, ya que las instalaciones son grandes. En un caso como este se suele avisar a Seguridad. Admite que, aunque estos profesionales “tienen las manos un poco atadas”, su presencia “sirve para presionar a favor de pacificar la situación”.