El abogado del mayor asesino en serie de España nos cuenta cómo es su vida en prisión

‘El celador de Olot’ utilizó las técnicas más crueles para acabar con sus víctimas

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El abogado del mayor asesino en serie de España nos cuenta cómo es su vida en prisión

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hubo un tiempo en el que los coches fúnebres salían de manera habitual de la residencia geriátrica La Caritat de Gerona. Su responsable no fueron las enfermedades propias de la vejez o un virus letal. El causante no fue otro que el celador de la residencia, Joan Vila, considerado a día de hoy como el mayor asesino en serie español en lo que llevamos de siglo XXI, y más conocido socialmente como ‘el celador de Olot’.

Paquita Gironés, Sabina Masllorens, Montserrat Guillamet. Montserrat Canalies, Joan Canal, Lluis Salleras, Carme Vilanova, Isidra García, Teresa Puig, Rosa Babures y Francisca Matilde Fiol fueron sus once víctimas, a las que envenenó entre agosto de 2009 y octubre de 2010. A algunas les administró una sobredosis de insulina; a otros, un cóctel de pastillas, a tres mujeres las abrasó con líquido desincrustante.

Joan fue descubierto por casualidad, cuando el médico forense se negó a certificar la muerte natural de la última víctima, y avisó a los Mossos. Los investigadores comenzaron a interrogar a todos los empleados de la residencia de La Caritat, pero cuando se toparon con Joan Vila, él contó toda la verdad.

Vila permanece en la prisión de Figueres. Fue condenado en 2013 a 127 años de cárcel. Su abogado defensor, Carles Monguilod, mantiene relación semanal con su cliente: “Habitualmente le veo. Está muy integrado en la vida penitenciaria. Se adaptó pronto a la realidad que le tocó vivir. Ahora es el responsable de la biblioteca de la cárcel. Está estudiando también y participa en todas las actividades. Lleva una vida bastante intensa dentro”.

El coordinador de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Cataluña, definió a Joan Vila como una buena persona, pero reconocía que, en su privacidad, se iba convirtiendo en una figura cada vez más peligrosa: “El estado psicológico y psiquiátrico del señor Vila fue la prueba reina en las periciales. Fueron seis o siete los peritos que bucearon en la psicología y personalidad de mi defendido. A la conclusión que llegaron es que no sufría una enfermedad mental. Yo compartí muchas horas de charla con él, y siempre fue amable, educado, nada violento… De hecho, ahora está muy arrepentido por los hechos tan graves que cometió. Es consciente del dolor que provocó. Debemos también empatizar con las víctimas y sus familiares”.

Como no puede ser de otra manera, los hechos por los que fueron condenados el ‘Celador de Olot’ fueron rechazados a nivel mediático. El papel de su abogado defensor no fue tarea sencilla, pero nos ha confesado no haber percibido nunca desde entonces algún tipo de reproche por defender al asesino: “La sociedad tiene muy claro que para impartir justicia la figura del abogado defensor es imprescindible. Cuando yo asumí su defensa, no pedí nunca al tribunal del jurado que le dejasen en libertad de manera que un culpable anduviera suelto. Yo defendía que se aplicara el código penal en sus justos términos, y si había algún tipo de atenuante, que se aplicara. Hay que odiar al delito y compadecer al delincuente”.

Fue el alcalde de Olot quien ofreció a Monguilod llevar la defensa del celador asesino: “La familia de Joan Vila buscaba un abogado que le llevara el caso, y a mi me conocía el alcalde tras treinta años de profesión, y me preguntó si estaba disponible. Yo accedí, porque el caso era profesionalmente interesante, tras ser declarado el mayor asesino en serie de España. Cuando me enfrento al proceso y al juicio soy consciente de que mi defendido ha reconocido los hechos y la defensa se centró en buscar si había alguna motivación de tipo psicológico o psiquiátrico que tuviera alcance como aplicarle una eximente o atenuante”.

Monguilod recuerda además que en un primer momento enfocó su trabajo en analizar si los actos de su defendido tenían como objetivo “dar a los ancianos una buena muerte o aplicarles una eutanasia alegal. Fue un juicio muy intenso”, reflexiona el letrado de Joan Vila.

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