La amenaza de la muerte súbita en el deporte y la historia de superación de María y Sonia, en 'Imparables'

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La amenaza de la muerte súbita en el deporte y la historia de superación de María y Sonia, en 'Imparables'

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Cuando conocemos a través de los medios de comunicación casos de deportistas que pierden el conocimiento o incluso la vida como consecuencia de una dolencia cardíaca, a mucho se nos encoge el corazón, y siempre nos asalta la misma pregunta: ¿Cómo es posible que un deportista profesional, sometido a cientos de controles médicos al año, puedan sufrir estos episodios? ¿Es normal que un niño, pese a su corta edad, padezca este tipo de dolencias?

Nacho Barberà era una de las promesas del fútbol valenciano. Militaba en el UD Alzira, en la categoría Infantil A de la liga autonómica. Su progresión profesional y personal se vio truncada en febrero de 2018 con tan solo 14 años, cuando disputaba un partido en la localidad de Ontiyent. Sufrió un paro cardíaco.

Los servicios sanitarios recibieron el aviso. Hasta el campo de fútbol se desplazó una ambulancia del SAMU, que intentó reanimarlo durante veinte minutos y lo trasladó rápidamente al hospital general de Ontinyent, donde no se pudo hacer nada por salvarle la vida. Más de un año después, el director deportivo del Alzira, Pau Quesada, que conocía bien a Nacho, afirma que en el club el dolor sigue presente: “Era un jugador que desde Alevín estaba con nosotros. Estaba muy integrado en el club. Su padre es directivo, su madre secretaria, y su hermano juega también aquí. Nacho se pasaba los fines de semana en el campo. Era su segunda casa, y se nota su ausencia porque era un chaval encantador.”

Aarón perdió la vida a los nueve años

El pasado mes de septiembre Orduña, una localidad vizcaína cercana a Barakaldo de apenas 4.000 habitantes, vio como a sus vecinos se les encogía el corazón, tras perder a uno de ellos. Se trataba de Aarón, un niño de nueve años, que sufrió un episodio de muerte súbita mientras jugaba en el equipo de fútbol que lleva el nombre del municipio. Cayó desplomado cuando iba a chutar a portería durante un entrenamiento.

Trataron de reanimarle, entre ellos su padre, que estaba en el campo. Lo consiguieron. Fue trasladado al hospital, donde falleció días más tarde tras algunas complicaciones. Más de medio año después, el pueblo y el club no olvida este terrible percance, tal y como nos revela Zacarías, el Secretario del Club Deportivo Orduña: “Fue el primer caso que nos había sucedido, y nos impresionó muchísimo, sobre todo a los compañeros de Aarón. Algunos de ellos tuvieron que recibir atención psicológica después de aquello.”

Zacarías confiesa que, antes de conocer las dimensiones de lo que estaba ocurriendo aquella fatídica tarde, “algunos de los pequeños se lo tomaban como un juego, porque veían llegar a los servicios de emergencias o cómo un helicóptero aterrizaba en el campo de fútbol.”

Pipa: la futbolista-médica que tuvo que “ponerse la bata” en pleno partido

Nuestra protagonista tiene 26 años. Compagina sus dos pasiones: el fútbol y la medicina. Una carrera que finalizó hace dos años. A veces se ve obligada a “ponerse la bata” en pleno césped, tal y como ocurrió el pasado mes de noviembre en un partido que disputaba en Badajoz el Córdoba Femenino, club en el que militaba entonces, contra el Peña El Valle en la categoría de Segunda División. Ana Pipaón, más conocida como Pipa, se apresuró en socorrer a una jugadora del equipo rival, que sufrió un desvanecimiento.

El hecho ocurrió a los diez minutos de iniciado el encuentro. Pipa no se dio cuenta en un primer momento de lo que sucedía: “Pensaba que era un lance del juego. Cuando empezaron a chillar mis propias compañeras del equipo para que me acercara rápido, pensé que podía ser algo más grave. Lo primero que había que hacer era descartar que fuera un problema de corazón o neurológico. Por fortuna quedó en un susto, ya que tan solo era una hipoglucemia. Le dimos batido de chocolate para que se fuera recuperando.”

Síntomas de que podemos estar sufriendo un desvanecimiento

¿Cómo es posible que un deportista profesional, sometido a cientos de controles médicos al año, puedan sufrir estos episodios? ¿Es normal que un niño, pese a su corta edad, padezca este tipo de dolencias?

Son preguntas que ha tratado de resolver el cardiólogo especializado en deporte del hospital policlínico HM IMI Toledo, Alejandro Berenguel, que ha explicado en 'Imparables' que “es frecuente que se produzcan desvanecimientos tras la práctica deportiva, lo que se denomina síncope, ya que se puede dar como consecuencia de una bajada de tensión, por calor en espacios cerrados, lipotimias... En cambio, si se produce durante la práctica deportiva, debemos estar alerta, ya que puede indicar que se trata de una arritmia o un problema de corazón que podría preceder a una muerte súbita. Todo niño o deportista profesional que sufra desvanecimientos, debe ponerse en manos de los médicos.”

La historia de María y Sonia, una madre y una hija que nunca se rinden

María tiene que sacar adelante a sus cuatro hijos, que son el motor de su vida. Residen en la localidad toledana de Madridejos en un piso de alquiler, después de que hace seis años se quedara viuda. Una de ellas, la mayor, padece una discapacidad intelectual. Se trata de Sonia, que nació con un retraso como consecuencia de una infección, toxoplasmosis, que hizo que tuviera que ser operada de cataratas a los diez meses de vida, o que perdiera un riñón cuando no había llegado a su etapa adolescente.

Sin embargo, estas limitaciones no han impedido a Sonia practicar uno de los deportes que le apasiona: el atletismo. De hecho, recientemente Sonia acudió a Abu Dabi, donde se celebró los Special Olympics, una organización internacional que organiza eventos deportivos con personas con Discapacidad intelectual.

Con mucho esfuerzo, la familia sale adelante, como confiesa la madre: “Salimos como podemos, peleando mucho, porque sobrevivimos con la pensión de viudedad y la que corresponde a Sonia por su discapacidad. Tenía 17 años cuando murió su padre. En ese momento, con cuatro niños pequeños, no me podía quedar tumbada llorando en el sofá. Solo podía llorar a escondidas para sacarles adelante.”

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