"Con tal de jugar robaba a mi familia, empeñaba joyas y trapicheaba con drogas"
Alejandro se convirtió en un ludópata durante su adolescencia
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Alejandro cayó en las garras del juego con 16 años. Comenzó con las típicas partidas con los amigos de su infancia, para luego frecuentar en soledad los salones de juego. Con 18, ya era un ludópata, cliente VIP de los casinos, donde pasaba las horas entre ruletas, máquinas tragaperras o realizando apuestas tanto presenciales como online. Un problema que en España se ha disparado en los últimos años entre los jóvenes. Con 22 años, Alejandro ha logrado rehabilitarse, pero fue un proceso muy duro: “Con tal de jugar hacía lo que hiciera falta. Yo di todo por el juego, y si no di más, es porque no lo tenía a mano. Robaba a mi familia, parte del dinero que conseguía para jugar era empeñando joyas o trapicheando con drogas.”
El juego es una cárcel sin rejas. La personalidad de Alejandro iba cambiando a la velocidad de una ruleta: “Yo notaba que cada vez era más estúpido con mi entorno, perdí toda la sensibilidad, no sentía amor o cariño por nadie. Estaba absorbido por el juego. La adicción tenía secuestrada a mi persona.”
Un problema que estaba presente las 24 horas del día, incluso en clase: “Mientras estudiaba la carrera, no me centraba. A veces estaba en clase (cuando iba) pero me hallaba en el limbo. De hecho, había ocasiones en los que estaba en el aula y sacaba el ordenador para seguir jugando.”
Nuestro protagonista estima que se ha dejado entre las máquinas y las apuestas alrededor de 100 mil euros: “Me di cuenta que tenía un problema desde hacía mucho tiempo. Entre los 16 y los 18 años tuve muchos problemas personales, y con el juego, de alguna manera, conseguía evadirme de ellos. Mi madre tuvo un cáncer de mama, un amigo mío murió y mi padre nos abandonó. Siempre pensé en pedir ayuda, pero es complicado.”
Su padre había desaparecido de su vida, pero la madre de Alejandro era consciente de que su hijo estaba en problemas, aunque sospechaba que su problema estaba en el alcoholismo o la droga: “Cuando le conté que era ludópata, no se sorprendió. En ocasiones me veía con mucho dinero, algún recibo de apuestas...”
Hubo un momento, en el que Alejandro se sentía el rey del mundo, incluso después de perder: “Cuando ganas te comes el mundo. Te crees más listo que los demás, al observar que ganas en una noche lo que muchas familias en un año.”
Todo parecía perdido para el joven de 22 años, hasta que finalmente decidió dar el paso hace un año, y pedir ayuda a la Asociacion de Jugadores de Azar en Rehabilitacion de Málaga. Asegura que le ha cambiado la vida: “No vine a una asociación, vine a salvar mi vida. Cuando comencé la terapia, todos me entendía, los miedos eran compartidos con el resto, porque todos estábamos en la misma situación. Fue duro, pero mucho peor hubiera sido seguir jugando.”
A día de hoy, Alejandro se encuentra en la fase dos de su recuperación. La primera fue la más dura: “En la asociación te dan una serie de pautas y herramientas a seguir. Entre ellas está que no puedes mentir, ni llevar dinero encima para evitar las tentaciones, no frecuentar espacios con riesgo de recaída, no mantener relación con amistades tóxicas...”
Seguir las indicaciones no fue tarea sencilla. Las noches de soledad se hacían cuesta arriba para Alejandro: “Se te pasa por la cabeza miles de historias. Si esto merecía la pena, cómo superar el mono...” Paso a paso, Alejandro va recuperando su vida. Incluso ha retomado su carrera de periodismo. Ha confesado que se encuentra más esperanzado que nunca: “Ahora tengo menos amigos pero mejores. No guardo rencor a los que me iniciaron en el mundo del juego, porque de la misma manera que ellos me metieron, yo también contribuí a introducir a otros. Fue algo mutuo. Ahora vivo el presente.”
Para concluir, Alejandro deja un consejo muy valioso para los que se encuentran en su misma situación: “Que pidan ayuda. Los que somos adictos al juego no somos delincuentes, sino enfermos.”