“Cuando me acerqué a la roca, comprobé que tenía hecho trizas el pie, el hombro y el brazo”

Susi ha explicado que, en estos casos, tienes que colaborar al máximo con los rescatadores

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José Melero CamposJavi García

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Con los pulmones al borde del colapso, un pie hecho literalmente trizas, una clavícula rota, rasguños que se cuentan por cientos... en esas condiciones llegó el pasado mes de enero el alpinista español de 45 años, Jesús Gutiérrez (Susi para su entorno cercano) al hospital de Calafate, al sur de Argentina, tras caer desde una altura de más de treinta metros a la laguna de los Tres. El accidente se produjo cuando se dirigía al rescate de tres escaladores, dos brasileños y un checo, cuando descendían el Fitz Roy, en la Patagonia. Por desgracia, ellos no pueden contarlo.

Aquel 22 de enero, la temperatura era de quince grados bajo cero. Susi acabó resbalando en la nieve. Estuvo siete horas, hasta que finalmente pudo ser rescatado por una ambulancia para ser trasladado al Hospital de El Calafate, donde ingresó en la UCI. Una vez en la laguna helada y tras superar el shock, la tranquilidad es el principal arma para sobrevivir: “Tienes que tratar de colaborar al máximo con los rescatadores. Una vez has comprobado que estás vivo, tienes que pensar que nuestros botiquines son potentes, y que enseguida te van a cambiar de ropa.”

Cuando comenzó a caer, Jesús Gutiérrez trató, por instinto natural de supervivencia, agruparse para que el cuerpo se preparase a la hora de recibir los golpes contras las rocas: “Es algo innato. Ya una vez me precipité a la laguna, me quedé descolocado, desorientado. Rápidamente comencé a escuchar de lejos la voz de mis compañeros, con los que iba a rescatar a los tres escaladores en el Fitz Roy.”

Susi se sentía congelado y con sensación de hundimiento: “La ropa estaba empapada y la mochila también era un lastre. Pero no fui consciente de mis limitaciones físicas hasta que comencé a nadar hacia una de las rocas para agarrarme. Comprobé que tenía problemas en el hombro, un brazo roto, un pie que se balanceaba suelto... A pesar de todo, estaba vivo.”

Fue su compañero, el alpinista conquense Pedro Cifuentes, quien le rescató. A partir de ese momento, se montó el dispositivo: “Lo más importante es colaborar en la medida de lo posible. Aquí no importa si tienes o no dolor, o si tienes frío. Te tienes que abstraer de todo y colaborar al máximo.”

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