El testimonio de Isabel: “Mi destino era morir, pero gracias a los donantes salvé la vida”

A Isabel le detectaron una leucemia hace seis años

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José Melero CamposJavi García

Publicado el - Actualizado

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El 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre. Un buen día para homenajear a los héroes anónimos que, de manera altruista, ofrecen su tesoro más valioso, su sangre, para salvar las vidas de aquellas personas que necesitan de una transfusión para sobrevivir. A Isabel le salvó la vida, como ella misma recuerda: “Un buen día estaba trabajando y empecé a encontrarme mal. No pude continuar. Cuando asistí al hospital, me detectaron una leucemia. Para mi recuperación, fueron necesarias montones de transfusiones de sangre y un trasplante de médula. Hoy, gracias a Dios, estoy bien seis años después de aquello.”

Isabel es consciente de que está entre nosotros gracias a la solidaridad de los donantes: “El ser humano necesita del otro ser humano, no somos islas. Nos necesitamos. Yo ya trabajaba en Cruz Roja antes de todo aquello, era donante, y la casualidad quiso que yo lo necesitara también.”

Asimilar la enfermedad no fue fácil para Isabel: “Yo solo quería que hicieran las pruebas a mi hermano para saber si su médula era compatible con la mía. Era mi única posibilidad de salvarme. Mi destino era morir, pero no se cumplió y aquí estoy gracias a que la médula de mi hermano era compatible. Desde que conocimos la noticia, fuimos a por todas, y me puse en manos de los mejores profesionales, de los donantes y de mi familia.”

En el hospital, la humanidad está a la orden del día. Los pacientes se acaban convirtiendo en parte de la familia de los profesionales sanitarios. A Isabel se lo pusieron todo muy fácil. Se muestra muy agradecida con ellos, pero también con los donantes: “Cuando veo a una persona que está donando, siempre le doy las gracias. Yo no sé quien salvó mi vida, pero si los conociera solo podría darle las gracias. Somos muy solidarios.”

De hecho, nuestra protagonista no olvidará aquellos momentos en los que le insuflaban vida mediante las transfusiones: “El momento de la transfusión de sangre se nota. Yo estaba tirada en la cama, sin apenas fuerza, y cuando te introducen la sangre, notas la energía, hasta el punto de que cosas sencillas como levantarme, ir al baño y volver a tumbarme, era posible. No es solo una cuestión psicológica, también orgánicamente.”

Isabel ha logrado salir adelante. Por ello, transmite este mensaje a los que están pasando por un trance similar al que ella vivió: “Que no se dejen llevar por la pena ni por la primera impresión, Si tienes ganas de arrojar la toalla, lo importante es recogerla a tiempo. La última palabra nunca está dicha. Vivimos aquí y ahora. Hay que disfrutar del presente.”

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