¿Cuál ha sido el papel de los catequistas a lo largo de la historia de la Iglesia?

El sacerdote y periodista Josetxo Vera analiza el Motu propio 'Antiquum ministerium' del Papa Francisco, por el que eleva de rango el ministerio del catequista

Josetxo Vera

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El Papa Francisco ha publicado esta semana el Motu proprio “Antiquum ministerium” con el que establece el ministerio laical de catequista: una necesidad urgente para la evangelización en el mundo contemporáneo, que debe realizarse de forma secular, sin caer en la clericalización.

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, ha abordado en el podcast ‘Siempre aprendiendo’ las claves de este Motu proprio. El ministerio del catequista en la Iglesia es muy antiguo y está muy extendido. Es un elemento esencial en cualquier parroquia y comunidad cristiana. Según la última Memoria de Actividades de la Iglesia, correspondiente al año 2019, en España hay 96.470 catequistas para anunciar el Evangelio y formar en la fe a niños y adultos.

El Papa lo que hace es instituirlo de manera oficial, elevarlo de categoría. En la Sagrada Escritura nos encontramos que San Pablo, cuando escribe a los de Corinto, describe las funciones existentes dentro de una comunidad cristiana: los apóstoles, los profetas, los maestros, los que tienen el poder de hacer milagros, la curación de enfermedades, el cuidar de los pobres, etc.

Entre estos carismas de la Iglesia, se encuentra la del maestro. Es decir, en la Iglesia de hace dos milenios ya había gente que se encargaba de enseñar el Evangelio, de formar a la gente en la fe.

Hoy en día, en el camino neocatecumenal está la figura del catequista, que guía a la comunidad para acompañarla y formarla. Esto que ya existía se ve en el Nuevo Testamento y ha seguido vivo en la Iglesia, quizá sin este rasgo de estar instituido, pero está presente. La Iglesia reconoce de siempre el servicio que hacen los catequistas, que facilitan la misión evangelizadora. Cualquier parroquia tiene 10-15 chavales preparándose para hacer la Primera Comunión, la Confirmación, la preparación para el matrimonio… esta labor es propia de los catequistas.

La historia de la Evangelización se ve lo eficaz de la misión de los catequistas. En países como Japón o Corea, cuando estuvieran décadas viviendo sin sacerdotes por ser perseguidos y expulsados, la fe se hizo presente por la acción de los catequistas, que se jugaban la vida.

Se fundaron incluso órdenes al servicio de las catequesis. Es decir, se va recorriendo un camino de activación del laicado que comenzó con el Concilio Vaticano II, en la que se pone en marcha la vida de los fieles laicos y se les hace responsables de una misión, de una vocación que está al servicio de la Iglesia. Es necesario que realicen esa labor de anunciar el Evangelio. No es competencia solo del sacerdote, sino de los laicos, con sacrificio a veces de su propia vida.

Es necesario reconocer la necesidad de que, en virtud del propio bautismo, hay personas llamadas a colaborar con la catequesis. Gente que es consciente que están llamados a anunciar el Evangelio. La Iglesia le llama para un ministerio necesario. A veces uno descubre ese carisma en su corazón gracias al Señor, y otros porque la Iglesia les llama a ello.