Los cinco remedios de Santo Tomás de Aquino para vencer la tristeza y empezar con buen pie el nuevo curso

El periodista y sacerdote Josetxo Vera vuelve con una nueva temporada de 'Siempre Aprendiendo' y nos trae algunos remedios para vencer la "depresión postvacacional"

Josetxo Vera

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Comienza el curso, los chavales ya han empezado a ir al colegio, la gente ya está trabajando, comienzan las actividades en los centros y en las parroquias. Pero comienza también esa depresión postvacacional que hemos creado a base de escharla cada año en todos los telediarios.

Y también comienza una nueva temporada de Siempre Aprendiendo. En el episodio 91 queremos hablar de este comienzo de curso y de los remedios de un santo para vencer la tristeza, remedios tan humanos que hace falta que sean bien introducidos.

Un amigo mio muchas veces me dice que la Iglesia está todo el día diciendo que está prohibido todo lo que apetece al ser humano. En el fondo, dice este amigo, nos pasamos la vida prohibiendo y fastidiando la gente. Este se ha convertido en un prejuicio extendido que ha alcanzado la categoría de refrán: “Todo lo que me gusta o es pecado o engorda”. El punto de partido es un prejuicio falso en torno a este refrán.

Cada ser humano es una unidad, cuerpo y alma, y hay un prejuicio falso cuando decimos que estas dos cosas están en constante lucha el uno contra el otro, que lo que gusta al cuerpo fastidia al alma, hace daño a la vida espiritual y lo que apetece al alma mortifica lo corporal. Es un prejuicio falso, como si el cuerpo fuera incompatible con la vida espiritual. Lo que nosotros somos en realidad es un cuerpo y un alma, si falta cuerpo estamos incompletos y donde falta el alma somos un cadáver.

El pasarlo bien es algo propiamente humano que se refiere al cuerpo y al alma, al espiritual y al corporal. Fácilmente podemos hablar de nuestro sufrimiento o disfrute corporal, pero nos resulta más difícil darnos cuenta de cuáles son nuestros sufrimientos o placeres espirituales, esa alegría del alma que la vemos en algunas personas en medio de las dificultades de la vida.

Al cuerpo que le falta al alma le llamamos cadáver y si preguntamos a mucha gente cuál es el trabajo que hacen con su espíritu, mucha gente te dirá que no hace nada. De ese no hacer nada también vienen males y enfermedades. Vale la pena darnos cuenta de que este curso irá bien si cuidamos nuestro cuerpo pero también nuestra alma.

La primera idea básica de esta nueva temporada de Siempre Aprendiendo es que somos cuerpo y alma, nuestra identidad tiene que vigilar el bienestar del cuerpo y del alma.

Vamos a hablar ahora de Santo Tomás de Aquino. ¿Qué nos puede decir este hombre? Este santo recupera la filosofía de Aristóteles y la pone en valor en un mundo donde se insistía mucho en el cuidado de lo espiritual. Este santo resalta la unidad del ser humano y se pone muy a favor del disfrute y de "pasarlo bien". De la misma forma que tenemos que vigilar nuestro cansancio del cuerpo también la agilidad de nuestro espíritu necesita un reposo.

¿Cómo va a descansar nuestro cuerpo y alma? Los padres de la Iglesia ponen el ejemplo de San Juan que un día estaba jugando con sus discípulos y le echaban en cara que parecía despreocupado de la enseñanza del Evangelio y de los labores que el Señor le había mandado. Y entonces cuenta la historia del arco: si tienes un arco con la flecha tensada constantemente, al final se romperá el arco. Necesita descansar. También nosotros necesitamos descansar.

Santo Tomás de Aquino nos ofrece cinco remedios para vencer la tristeza. El primero le llama la delectación que en el fondo es el placer, desde los placeres corpóreos pero también los intelectuales. El segundo remedio es llorar porque liberamos el dolor que llevamos dentro. Es necesario llorar para aliviar la tristeza. El tercer remedio es la cercanía de los amigos, que haya gente que nos acompaña en los malos momentos. El cuarto remedio es contemplar la verdad que es el bien, la bondad. El último remedio, dice Santo Tomás de Aquino, es dormir y bañarse.

Es tremendamente cristiano darnos cuenta que, para remediar un dolor de nuestra alma, podemos vencerlo con un alivio en nuestro cuerpo. Si nosotros creemos en la unidad entre el cuerpo y el alma nos daremos cuenta de que a veces un mal espiritual mejora con un alivio corporal o que un dolor de nuestro cuerpo mejora con una comida o con la compañía de unos amigos.